Sobre el desperdicio de la Emoción

 
 
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Durante muchos años he trabajado en el campo del mundo emocional.
No sólo soy una auténtica marea de emoción y he tenido que aprender a lidiar con lo que llamaba intensidad, sino que he acompañado a muchas personas a observarse en la emoción, a habitarla, a ponerle palabras y a comprenderla.
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En los últimos años mi perspectiva acerca de la emoción ha cambiado infinitamente.
No sólo he comprobado que no hay emociones retenidas, ni tampoco dolores anclados.
Sino que sólo hay circuitos de pensamiento profundamente arraigados que activan las mismas respuestas emocionales una y otra vez.
Respuestas con acción en la materia eso sí.
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El último año en concreto no sólo lo he comprendido sino que por primera vez he sido yo la jinete de este dragón gigante que me acompaña en esta encarnación.
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Con el inicio de esta crisis, el 14 de marzo mi cuerpo se rompió.
Literalmente estuve un mes sin poder apenas moverme.
Y dos meses más caminando a pasitos cortos.
No había sangre y mi tiroides me tiraba al fondo de un abismo profundo.
Encontrarme de frente con el dragón de la lucha, el fuego descarriado oculto dentro mio.
Observar que se había quedado agazapado un patrón enorme de lucha que ahí estaba, en mi tiroides que como escudo esperanba al siguiente contrincante.
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Fue duro sentir la muerte tan cerca.
La muerte de la que era.
Para empezar a dejar que emergiera una Andrea sin lucha ya.
Con ganas de dejar de desperdiciar el fuego y de enfermar.
Para darle lugar a algo diferente, en ese momento desconocido.
Había durante años idealizado la Rabia como Sagrada.
A la mierda -dije- esto no es sagrado, sagrado es mi cuerpo y mi hija y yo misma.
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Sagrados somos los tres que vivimos aquí y que queremos seguir compartiendo.
Esta rabia que me enferma no es sagrada,
Es enferma.
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Así que durante este año no he hecho más que subirme a los lomos del dragón de Fuego para adecentarlo.
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Para ponerlo al servicio de mi corazón.
Corazón y paciencia
Corazón y raíz
Tierra y cielo.
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No sólo ha mejorado mi tiroides que está casi normal, sino que lo vida se ha ordenado brutalmente.
Y mis proyectos creativos han encontrado cauces desconocidos.
No tengo casi tiempo para todo lo que mi fuego crea y mi tierra sostiene.
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Sin duda la rabia era un ENORME DESPERDICIO.
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También he podido observar la tristeza y la culpa llegando con fuerza.
Los mares revueltos queriendo romper todos mis puertos e intentando volcar todos mis barcos.
Los he observado con respeto.
Y finalmente como un viejo lobo de mar simplemente he ordenado, he enrraizado y he seguido enfocada.
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Sin negar nada de lo que sucede pero si haciéndome cargo ¡por fin! de mi enorme CAMPO AGUA poniéndolo finalmente a disposición de lo que ahora sé es su función más importante en mi vida:
Ser fuente de conexión con los otros.
Fusión profunda con otras energías.
Disolución y profundidad en el encuentro energético.
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Ha sido la bomba.
Dejar de subirme en la tristeza y la culpa y empezar a sentir a la enorme cantidad de energías que siempre me han acompañado.
Dejar de añorar la fusión con mis energías originales estelares, para encontrarme con los humanos que también están aquí esperando sentirse y sentirme.
Encarnar finalmente sin nostalgia de una fuente que ahora sé, soy yo misma.
Y comprender que la tristeza, y la culpa también son DESPERDICIOS.
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Hoy, leyendo escritos de hace años, veo cómo hemos valorado infinito la emoción.
Como creemos que es importante.
Y que poco hemos observado cuánto nos saca de nuestra vida.
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Nuestros vaivenes emocionales no sólo nos dejan inestables, menos posibilitados a vínculos sanos, menos eficientes sino que también nos enferman.
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Y eso, sin duda no puede ser bueno para el destino humano.
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Asistimos cada día al cóctel de emociones inventadas por el marketing para intentar conmovernos.
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El cine cada vez es más violento, más sexual, más emocional sin tener adentro realidad alguna.
Sólo estimula mentes compulsivas acostumbradas a excitarse y a emocionarse desde espacios sin conexión.
Sin fuente.
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EMOCION NO ES CONEXIÓN.
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La conexión yace en un lugar infinitamente más profundo y allí, no hay emoción.
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Allí hay presencia, observación de lo que hay, aceptación, silencio también.
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No hay alardeos ni cócteles para cuidar el sistema límbico y el cortisol.
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Allí hay restauración.
Y desde allí nace profundamente lo que SOMOS y que permite el abrazo en amor a los otros y a nosotros mismos.
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La conexión está siempre disponible.
Y la mente/emoción disruptiva es uno de sus principales distractores.
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Pensamiento/emoción nos distraen de la verdad que cada ser puede encontrar en si mismo.
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Observar, comprender y sentir con el corazón abierto.
No es lo mismo que estimular una mente saturada de información para emocionarse con una entrevista chorra de una empresa que quiere vender.
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Hace falta más para conmovernos si estamos en presencia.
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Haces falta Tú
Tú y tu infinita verdad.
Mostrándote desnudo.
Abrazándote al deseo de ser sin efusividad, sin exabruptos.
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Sólo ser.
Eso sí que conmueve oiga.
ESO SI
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Andrea Díaz Alderete
@consciencia_madre
20 de enero 2021
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La imagen es el mándala que pinte el día 4 del reto de meditación.
Cuando pude ver con claridad que la culpa solo carga el cuerpo y que siempre tenemos una cordillera/columna que nos sostiene.
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2 comentarios en «Sobre el desperdicio de la Emoción»

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