Lo que los niños necesitan, lo que ellos han venido a recibir y a entregar a este mundo, está muy lejos de lo que nosotros humanos imperfectos podemos brindarles.
Durante muchos muchísimos años, hemos vivido y seguimos viviendo en una cultura donde se nos ha invitado a hombres y mujeres a permanecer lejos de lo que sentimos, de lo que deseamos.
Desde el momento del nacimiento se nos ha separado de lo más hermoso que podíamos recibir, el contacto, el abrazo, el calor de una madre que nos pudiera vincular sanamente con este mundo hostil en el que hemos nacido. Tan duras han sido esas separaciones que hombres y mujeres nos hemos ido endureciendo.
Con el paso de los años los hijos separados violentamente de su fuente de amor verdadero han ido deviniendo en adultos violentos. Todos lo somos, la violencia está escondida.
Finalmente el niño separado, poco amparado, reprimido de sus deseos y pulsiones vitales en fin, desconectado, ha salido al mundo a convertirse en un gran LUCHADOR, un soldado con sus armas visibles o sutiles, que percibe el mundo como un lugar de guerra y por tanto ha de salvarse.
Mujeres, hijas como somos de esta civilización violenta, venimos al mundo deseando y esperando ser amadas, y somos recibidas con la calidad de maternaje que nuestra madre, hija de la misma civilización ha recibido.
Por tanto recibimos mucho menos de lo que esperamos.
- Cuanto más reprimido el ambiente, más reprimidas nosotras, menos posibilidad de vivir la sexualidad del parto, la lactancia, la exploración de un niño pequeño como natural.
- Cuanto más obediente ha sido la niña que hemos sido, más obediente la adulta que entra al paritorio a entregarse a lo que los demás decidan.
- Cuánto más guerra haya habido en la casa materna, más guerreras seremos y mucho más necesitaremos luchar por todo, pelear por sostener lactancias, mostrar lo que podemos y lo que no podemos ser.
- Cuánto más violentadas y atendidas sólo en el victimismo, nos sentiremos víctimas de todo lo que nos sucede, y le sucede a nuestro hijos (y de ellos también)
- Puede que hayamos sido hijas mayores resolviendo todo, y hayamos crecido resolviendo, pues la crianza será un nuevo reto, un nuevo proyecto que encararemos tal como lo hemos hecho todo, a golpe de esfuerzo y voluntad.
- Y un larguísimo etc, tan largo como mujeres somos…
Así de violentadas estamos…
También a medida que los años han pasado hemos crecido intelectualmente y estamos en un mundo completamente Yang. Donde HACER es mucho más sencillo que SENTIR.
Sentir nos deja en un lugar muy sombrío, doloroso, el de REVIVIR el abandono de nuestra infancia, el que nuestra madre no ha podido/querido darnos. Por tanto nos deja niñas inocentes llenas de dolor, tristeza y enojo. AsÍ que lógicamente es mucho más sencillo hacer.
Y cuando nuestro hijo llega a nuestros brazos no necesita que hagamos absolutamente nada, solo que sintamos.
¿Pero, cómo hemos de hacerlo? Es demasiado duro sentir; entonces HACER se torna mucho más fácil; salir a la calle, o salir con la mente, nos saca literalmente del contacto y la conexión con nuestros niños y con nuestro propio dolor.
Puede que proviniendo de estos lugares deseemos criar a nuestros hijos con respeto. Que anhelemos darle aquello que nosotros no hemos tenido. Pero ¡ay! nuestros automáticos nos llevarán constantemente a lugares donde nunca nos hemos imaginado estar.
La Crianza Respetuosa es un anhelo, un sueño, un sueño maravilloso sin duda. Darle a nuestros hijos todo lo que ellos han venido a recibir en nuestro mundo, amarlos, respetarlos, que crezcan a su ritmo, que puedan ser lo que deseen…es un sueño hermoso que yo misma sigo soñando.
Puede encararse este camino con muchísima voluntad, con muchísimo amor y entrega, aunque nos encontraremos con muchas dificultades para darle a nuestros hijos lo que pensamos (o nos dicen) que es lo mejor para ellos. Saldrán los debería, los tendría, la frustración y la dichosa culpa. Muchas veces lo lograremos, dependerá de nuestra coraza el cuánto podemos lograr ciertos avances y cuánto no.
Pero también hay otra forma de hacerlo, y es lo que llamamos Crianza con Consciencia. Es partir desde el principio, recuperando a la niña que hemos sido, criándola y amándola para que no nos pida tanto, para que no le duelan tanto los viejos dolores.
Es saber quienes somos, entender nuestros automáticos, descubrir nuestras corazas para poder entender por qué algunas cosas nos cuestan tanto y otras no. ¿Os habéis fijado que lo que para unas es super fácil (que el niño ensucie el suelo comiendo, o que no quiera bañarse, o que no duerma) para otras es insoportable? Eso sin duda depende de lo que hemos sentido siendo niñas, y conocerlo nos pondrá en una posición completamente diferente y más compasiva con nosotras mismas.
Y criar con Consciencia sin duda es confiar
Es trascender a la coraza después de conocernos en profundidad.
Es dar desde el amor, el amor que vinimos a entregar.
Es conectarnos desde la luz que todos llevamos dentro.
Es darle la oportunidad a nuestro hijo (y a nuestra niña interior) de sentir el vínculo real, verdadero y seguro…El que nos UNE EN EL AMOR.
¡Vaya que camino tan intenso! Tiene el poder de transformar tu vida.
Andrea Díaz Alderete
Consciencia Madre
Te esperamos en nuestros espacios de Crianza con Consciencia o en nuestros Espacios de Indagación Personal.