Los seres humanos somos enormes, muy enormes. Las energías con las que nuestro Ser viene provisto son utilizadas para vivir en este plano terrenal y sobrevivir. Y una de las formas más sencillas y más populares es utilizar la fuerza del AIRE; el aire del pensamiento, de la mente, del raciocinio, para NO SENTIR.
Es tan bella la energía del aire, es la que podría permitirnos visionar bien alto, bien lejos, observar todo, sacar conclusiones.
Pero esa «mente grande» que observa, que no juzga y que puede elegir a que historia aferrarse cada día, ha sido condicionada o limitada por una «mente pequeña» esa que usamos todos los días y que se ha ido construyendo de mecanismos de supervivencia, de creencias que nos limitan, de mentiras e ideas que nos hacemos de lo que somos, o deberíamos ser.
La mente pequeña es limitadísima, nos quita poder, nos hace sentir pequeños, o soberbios y gobierna las emociones. Porque un pensamiento toma la forma de una emoción SIEMPRE.
Esas mentes privilegiadas que somos, esa energía tan bella la usamos todo el tiempo en beneficio de un pequeño pedazo de nuestro SER, el pedazo más carente, el que nos identifica y que siempre sufre; a ese pedacito en Biografía Humana lo llamamos personaje pero le podemos llamar coraza, ego o el nombre que nos guste. El caso es que de verdad pensamos que somos eso.
Y ese pedacito de nosotros se apropia de toda nuestra vida y la gobierna. Es la mente pequeña generando miles de ideas, pensamientos, haciéndose y construyendo historias que nos alejan de nuestra esencialidad.
ESENCIA: Ese lugar enorme donde SOMOS LUZ Y AMOR.
Esa esencialidad que está intacta pero que nosotros pensamos que está herida, tocada, abusada, destruída.
El SER está completo.
Ahora esta mente pequeña que se ha hecho hábil muy hábil, que organiza, desorganiza tanto en nuestra vida, nos permite sobre todo algo. NO SENTIR.
¿Es gracioso no? porque nos manda a SENTIR lo que surge de un pensamiento y una creencia: miedo, tristeza, desesperación, ahogo, etc, pero nos impide SENTIR DE VERDAD. Es un sentir que ya no me gusta llamarle SENTIR, es un lugar donde de verdad SOMOS DOS pero SOMOS UNO, un Lugar de Bienestar, donde estamos profundamente conectados con eso que somos (luz y amor) y podemos conectarnos con el otro.
La mente nos saca de la conexión (lo mismo hace el Hacer sin límite y sin consciencia). Nos saca de ese lugar donde SABEMOS QUE SOMOS MÁS QUE UN PEDAZO DE MENTE, donde SABEMOS QUE SOMOS AMOR, y donde podemos estar infinitamente presentes y disponibles para los niños. Y donde podemos sentir al otro sin juzgarle, podemos sentir su tristeza, su enojo, su desesperación sin racionalizarla, solo sentirla y desde allí en un abrazo interno amoroso acompañarle, sostenerle, empatizar.
¡¡¡EMPATIZAR!!!!.
Las madres, padres, acompañantes de pronto hemos encontrado en los últimos años:
1) el deseo profundo de respetar a los niños.
2) el escollo de que no sabemos cómo.
Asi que algunas corrientes y filosofías nos han «enseñado como hacerlo» (y eso no está mal, el problema siempre es la «mente pequeña»).
Nos enseñan que cuando un niño está enojado hay que decirle:
«Entiendo que estés enojado, pero ahora no puedo hacer lo que tú necesitas, te acompaño».
Eso en la práctica de verdad es bastante eficiente.
Peeero el problema es que la mayoría de nosotros no estamos conectados adentro con lo que SOMOS (y ademas no queremos) así que nos cuesta mucho sentir lo que el niño siente, sentirlo adentro.
Si está enojado sentir profundamente la frustración de no poder conseguir algo y abrazar ese enojo y nada más.
Si está triste porque un amiguito se ha ido, sentir adentro como el corazón a veces se siente asi y acompañarle con nuestro amor y nada más.
Si acompañamos de esta manera y además agregamos palabras (y esto depende definitivamente de la energía del niño y de lo que a él le venga mejor), eso de verdad tiene un efecto calmante porque el niño se sentiría acompañado, sentido, entendido y sostenido.
Ahora si nuestra «mente pequeña» se mete en medio, entonces estamos en un problema. Porque la mente pequeña nos dice que eso que siente el niño no está bien, o nos trae creencias acerca de lo que debería o no sentir el niño, o simplemente nos dice que estamos agotados de este niño tan llorón.
Y ahí ya necesitamos el refugio de las palabras. El refugio de la validación.
Nadie nos ha acompañado a saber qué nos pasa, por qué nos sentimos así, que siento (agotamiento, hiperexigencia, angustia, tristeza) que no puedo estar en el Aquí y Ahora con mi hijo. Nadie.
Pero si me han dicho las palabras claves para calmar.
Y entonces DESDE AFUERA las uso.
Y el niño a veces se calma y otras no.
Pero muchos muchos niños perciben la verdad, la verdad es que mamá (u otro adulto) dice, pero no siente.
Y no encuentran eso que necesitan ahora, que es simplemente la compañía de alguien que sólo lo sienta.
Y muchos niños por su energía natal son de verdad expertos en detectar la falsedad, lo no verdadero, y reclaman esto con uñas y dientes.
Este escrito tan largo es la respuesta a una pregunta de una mamá que ha abierto un espacio de reflexión en mi acerca de todo esto que venía observando no sólo en mi propia familia, sino en muchos espacios respetuosos.
El drama aqui es NO ABRIRNOS a NUESTRO INTERIOR, y hemos encontrado refugios para poner palabras y CALMAR.
Somos mucho más que eso.
Vale la pena intentar algo diferente que siempre pasa por Re-conocernos.
Andrea Diaz Alderete
Consciencia Madre
Foto:
La belleza del aire
Andrea Diaz Alderete. @consiencia_madre
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Me encanta inspirarte, sólo te pido que por respeto al amor y energía invertidos en este deseo materializado, si decides compartirlo, menciones su fuente. Gracias