Desde muy chiquita mi cuerpo ha sufrido mucho las críticas.
Algunas de estas creencias me atravesaron en el útero materno y vendrán de muchas generaciones atrás o incluso de otras vida.
Otras son de mi crianza con una madre y un padre humanos (y por ello heridos) que siempre han intentado hacerlo bien y a veces les ha salido mejor que otras.
Otras serán ya de mi propia mente organizando la experiencia y erigiéndose como un juez castigador que me castiga.
Ese ataque se hizo carne cuando en 2020 me diagnosticaron una enfermedad autoinmune de la tiroides. Ya no puedo obviar el hecho de que una parte de mi lucha contra mi propia materia y que adentro ya se muestran algunos aspectos que quizás conscientemente no podía ordenar (el cuerpo siempre contándonos cosas…)
Mis manos han sido uno de esos lugares que mi «módulo mental juicio» ha criticado ferozmente. Primero porque, como toda yo, no son pequeñas ni gráciles. Mis dedos que han tocado durante 15 años el piano, nunca han sido dedos de pianista: ni largos ni delgados. La palma de mi mano es ancha y muy parecida a la de mi padre. Y mis uñas siempre han sufrido el ataque que ahora hace mi sistema inmune sobre mi tiroides, morder, agredir.
Así que mis manos han estado muchas veces escondidas, aún hoy las escondo a veces cuando después de muchos días donde estoy en la mente, mis deditos han sufrido mis mordeduras y ya no están, como pretendo ”como las de una señorita”.
Sin embargo ellas, generosas, blandas y suaves, redonditas, no han hecho más que acariciar, abrazar, tocar y amar. Ahora cocinan, se meten en la tierra para sembrar, pintan y escriben, preparan ungüentos, recogen flores y hierbas del campo para hacer medicinas mágicas. Estas manos jamás se han alzado contra otro cuerpo, no han golpeado, no han hecho daño.
Desde hace algunos años cuando entro al campo energético de una persona en una Sesión de Pericardio, siento la llama encendida en mis manos.
Ahora por fin comprendo su dimensión y por qué siempre han sido grandes.
Ahora abarcan pecho, mediastino, abrazan corazones, acarician y conversan con las células de quienes están en la camilla en presencia o a distancia.
Ahora mis manos son de Fuego, otras veces son Agua fresca y conexión, otras tanta son Tierra suave dulce trayendo caricia y flores a los cuerpos cansados de luchar, a veces se mueven ligeras y son aire llevando calma a las mentes más densas.
Ahora las veo, las siento y las cuido y, aunque a veces mis deditos están “motos”, como decía mi abuela Sara que tenía el mismo dolor que yo, sigo entregándome a la danza con mis manos porque:
No importa la forma sino la Esencia.
Importa que son parte del Servicio.
Y por eso las HONRO.
Con esta Luna Llena en Escorpio, en esta primavera de Tauro, miro mi cuerpo y veo la sombra de la crítica y el castigo sobre él.
Y lo abrazo y lo arrullo y lo amo.
Blando, redondo, abrazador, como mis manos.
Con amor
Andrea
Sumaq Sonkoy
Sanación-Chamanismo-Arte Ritual
16 de mayo 2025
Publicación original Instagram
Al terminar de escribir este texto, pasadas unas horitas me di cuenta que se vinculaba con aquel otro que escribí, como no, con la Luna Nueva en Escorpio a principios de noviembre de 2024. Cuándo les propongo que tengan un cuaderno de Lunaciones con sus intenciones es justo por esto; porque volver a nuestros escritos nos recuerda en qué estábamos entonces, nos pone en claro qué cosas han cambiado en los últimos seis meses respecto a un tema en particular.
En mi escrito de noviembre les contaba que volvía a escribir luego de un largo destierro de las letras y que pronto las palabras que aparecían torpes aún iban a volver a bailar juntas, enredarse y conectar. Escribir que ha sido un bálsamo para mi durante años y se había coartado. Hoy, 6 meses después, mis dedos vuelan por el teclado casi tan rápido como mis pensamientos y me encuentro de nuevo con el placer de mi voz escrita que tanto me acompaña.
Allí también les contaba mis experiencias con mi cuerpo, y hoy veo que ahora mis manos se animan más al mundo, y toda yo me siento mucho más sosegada comprendiendo lo que mi mente infantil a veces me cuenta, pero atravesando el dolor para permitirme todas las experiencias de la que soy capaz.
¡Seguimos!
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