En muchas, muchas de las Biografías Humanas que acompaño me ha tocado nombrar la EXPULSIÓN.
Ser expulsado es ser lanzado hacia afuera del territorio de nuestra Madre.
Ese territorio puede ser sólo el territorio físico, o así al menos podemos percibirlo.
Mamá nos envía al internado a estudiar a los 6 años; o mamá nos deja para que nos críe la abuela; o mamá nos deposita en manos de las empleadas del hogar durante años, mamá decide que somos la hija de papá, nos parecemos a él, somos inteligente como él y no lindas como ella.
En realidad cuando mamá nos expulsa del territorio físico, ya hace mucho, mucho tiempo nos expulsó de su territorio emocional.
Es que en ese lugar donde ella habita no hay lugar para esto que nosotros somos.
Por que las madres no amamos incondicionalmente; lamentablemente es así. Nuestras carencias y limitaciones hacen que amemos a nuestros hijos SOLO SI cumplen con alguno de todos esos requisitos indispensables en la lista de mamá, construidos tras años de ser sometidas a la lista de aprobación de la abuela….no termina más.
Un hijo expulsado es un exiliado siempre.
Así se siente.
Solo en el mundo, porque desde siempre ha estado solo, se ha tenido que arreglar en muchas situaciones difíciles. Así lo quiso mamá y así fatídicamente se cumplió. Es una sensación rara porque lo que se NOMBRA es otra cosa. Que mamá está y que lo ama y que se puede contar con ella. Pero la realidad es otra bien distinta.
También un exiliado tiene la ventaja de una enorme cuota de libertad. Eso a veces, y sólo a veces, le pone en contacto con sus verdaderos deseos, con lo que siente y piensa y puede desarrollar un sentido crítico que le da a su existencia un vuelco que no encaja con su familia de origen. Esa especie de libertad también le impide estar sometido a los designios de mamá durante toda la vida.
Algunas mamás expulsivas son también mamás REINAS. Una reina que necesita que todo el mundo funcione a SU manera. Que violenta para mantener y sostener el reinado tal como ella lo heredó o lo construyó. Los hijos son príncipes y princesas que han de tributar para que mamá siga brillando. Cuanto más pisoteado el hijo, más brilla la reina porque ella es la que lo salva, la que es buena, la que sufre por el.
Cuando una MAMÁ Reina tiene un hijo que no cumple (o ella siente que no cumple) con lo que mamá necesita para su reinado, LO EXPULSA.
Y ya está.
Los exiliados salimos rápidamente del territorio de mamá, con una enorme libertad y sentido para tomar riendas sobre nuestras vidas, pero sintiendo siempre el vacío de no haber sido lo suficiente como para que mamá nos elija. Con la sensación de no valer lo suficiente porque la que nos debía amar no pudo/quiso hacerlo.
Mamá durante años hace y deshace a su antojo. A veces incluso rendimos tributo, a veces cuando nacen nuestros hijos y parece que por fin mamá nos mira, volvemos ansiosos a querer pertenecer. Pero eso es sólo una fantasía.
La reina no quiere a los expulsados; ella sólo quiere los tributos.
Yo soy una hija expulsada por una madre REINA.
Tuvieron que venir unas cuantas vueltas de mi propia Biografía para entenderlo.
Y eso que acaba de pasar hace apenas unos días comenzó a acomodar el dolor de toda la vida. Es como si una ventana se hubiese abierto y por allí se colaran las mil y una escenas que me muestran que desde siempre NO HE SIDO AMADA. Y que por más que he hecho mucho por estar, servir, pertenecer, y entregar, nada ha sido suficiente.
Y ya con esa certeza a flor de piel, llega un día como hoy una nueva evidencia de la fuerza de la expulsión de mi madre.
Pareciera que ya debería estar preparada, si ya lo he visto, si ya LO SÉ.
Pero no señores, ahora es cuando llega el SENTIR. Este nuevo episodio me pone justo en el lugar donde he estado siempre: FUERA.
¡Ay qué dolor! ¡qué dolor tan tremendo oiga usted!!
Me he doblado en dos.
Como niña quebrada mi cuerpo se rompió.
Mi corazón dejó de palpitar dos segundos y lo sentí.
Sentí lo mismo que la primera vez que mi madre me expulsó para enviarme en manos de un padre que tampoco pudo tomarme.
¡Que dolor madre de Dios!
Y aún dolorida es que escribo esto, no para sacar a la luz la fuerza de la expulsión de mi madre sino para contaros que:
No importa de dónde me hayan expulsado ni lo poco que me han amado.
Sólo importa que a pesar de eso, todavía soy capaz de amar a mi hija con el corazón abierto y de llorar por la niña que he sido.
Soy capaz de sentirme parte de este mundo, de amarme sin miedo, de abrazar a mi compañero y decirle que le amo con toda mi alma.
Que aún siendo expulsada, poco amada, sigo queriendo fundirme en el encuentro con todos y cada uno de mis amigos, de mis hermanas de tribu, de mis consultantes.
Que la fuerza de la expulsión no ha sido suficiente
para IMPEDIRME AMAR.
Andrea Díaz Alderete
Consciencia Madre
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17 comentarios en «Ser la Hija Expulsada del Reino de Mamá»
Qué clara, qué valiente,qué genuina, compañera. No hay expulsión que pueda perpetuarse si instalamos en nosotros la conciencia amplia, la Verdad.
Te felicito, Andrea. Te abrazo, niña hermosa.
No hay expulsión que pueda perpetuarse,
y aqui nos declaramos PARTE del todo: SOMOS.
Te abrazo con todo mi corazón.
Te siento muyyy cerca.
Todo mi amor para vos
Andrea
Querida Andrea tocas mi corazón con estas palabras, que maravilloso cuando desde un dolor tan profundo descubrimos que nuestro corazón late aún más fuerte para recordarnos que somos puro amor, infinito, incondicional… Caminando contigo Andrea, redescubriendo la vitalidad del amor.
Asi es Iraima,
sigue latiendo el amor sigue fluyendo la sangre que alimenta nuestros rincones más sombrios.
Te siento aqui a mi lado querida Iraima.
Abrazo de amor
Gracias Andrea. Abrazo a tu niña herida y ese abrazo lo extiendo también a mi niña. Yo también querría llorar por la niñita que fui. Gracias por contar tu experiencia y por la claridad con la que la has contado.
Graxias Esperanza!!
Tu niña te espera. Espera el abrazo amoroso que todo tu ser puede darle. Espera tus palabras de aliento para que no decaiga, para que se calme.
Yo desde aquí te envío todo mi amor
Tu tienes todo lo que necesitas para amarla/te
Muchos besos
Que bueno Andrea querida. Siento la transmutación de todo ese dolor infantil en puro amor para los que te rodean. Muchos cariños querida compañera
Ahi voy Modesta, justo a ese lugar. Transformar ese dolor en fuerza y amor.
Que es lo que todos nos merecemos. Me imagino mi interior como una burbuja donde hay encerrado mucho dolor. Le he hecho un pinchazo y al salir empiezo a sentir con más fuerza lo que está justo en el centro que es mi luz y mis capacidades ocultas.
Voy en busca de mis tesoros, y el amor sigue fluyendo!!
Conectada a tí en estos días. Te he pensado mucho Modesta.
Abrazo bien profundo
Andrea
Que potente Andrea! con cuanto me identifico por favor… Y pregunto: puede ser que aunque estuviera físicamente una sintiera que era igual a que si no lo hiciera?
Tengo miedo de mi como madre que todavía no se atreve a sentir de verdad. Por ellos mis hijos que tanto me muestran y yo no me animo a actuar.
Deseo poder amarme a mi misma como merezco, y así poder hacerlo con mi familia. Y que ellos se si entan amados como necesitan. Como recuerdo siendo niña y preguntarme si mis padres me querían en verdad!!
Te quiero Andrea
Hola preciosa mia, gracias infinitas por pasarte por aqui.
Yo he estado siempre en el seno de mi familia, hasta los 24 años y aún así estaba expulsada. En muchos escenarios hay expulsión, sólo que nombramos lo más duro del escenario, que si hay algo más duro todavía que esto como una guerra, como violencias más duras y visibles trabajamos primero con ellas. Pero en general en muchos nos sentimos expulsados.
Sentir es difícil, sobre todo porque nuestras corazas están hechas justo para evitarlo. No temas, yo conozco el dolor, y es tremendo, pero de ahi ya has salido, y la coraza que tienes puesta te separa de los niños. Por eso reclaman y reclaman tu atención, porque no puedes sentirlos. Nos pasa a todas. Cuanto más fuerte el bloqueo mental, más difícil llegar a ellos. Peeeeroooo tú eres como yo, y como todos, puro amor. Abajo en el dolor también está tu tesoro más bello, que es la enorme capacidad que tienes de amar. Y eso yo lo he sentido en tu mirada, en tu voz quebrada, en tu SER.
Te acompaño siempre, te tengo muy presente en muchas de mis noches en vela.
Abrazo con tooodo mi amor
Andrea
Andrea bella,
Creaste una hermosísima expresión escrita de un sentimiento genuino nutrido por un pensamiento parcialmente cierto porque, preciosa, eres amada y siempre lo has sido.
Un ser humano es un ser amado.
Es verdad, Mamá no siempre sabe ayudarnos a percibir ese amor en nuestra infancia, cuando necesitamos que de ella provenga la evidencia sensorial de que existe.
Pero hoy puedes ver la prueba de ese amor que siempre ha sido prodigado a ti por la fuente del mismo en todo cuanto existe a tu alrededor y en que puedes amarte, amarnos y sentir que te amamos porque eres amor, por amor eres y has sido amada siempre.
Con mucho amor te abrazo.
Ay dios mio Esmeralda querida, qué hermoso lo has podido nombrar.
Es exactamente lo que siento y experimento.
Un ser humano es un ser amado, es así, porque somos amor, nuestra esencia es el amor, y es cierto que la evidencia sensorial es lo que nos falta. Es hermoso este conocimiento que me traes.
Dejemos de lado ese pensamiento que no me nutre. Si, SOY AMADA.
Y me veo en tí, y en cuantos me rodean amándome y sintiendo mi amor.
Abrazo desde mi centro
Andrea (con ganas de encuentro!!)
Gracias Andrea.
Vaciar, vaciar esa burbuja interior de todo el dolor y dejar surgir mi ESENCIA que se esconde en el fondo: acurrucada, asustada, escondida para no ser rechazada. Ahí estoy YO. ¡Qué belleza de eclosión, poder sentirme, poder sentir tanto amor! Gracias Andrea y compañeras por contar/decir/sentir cosas tan bonitas. Gracias por ayudarme a crecer. Gracias.
Gracias a ti Esperanza querida.
En el camino de encontrarnos con los dolores de la infancia también encontramos fuerza, amor, luz, y miles de tesoros ocultos en nuestro cajón interior.
Animarse a sacarlos es todo un lugar de crecimiento. Aqui te/nos acompañamos.
Abrazo de amor querida.