Muchas cosas agradezco a la energía que me conforma.
Agradezco la fuerza y la sensibilidad.
Mi capacidad de ir de una idea a otra sin apegarme a una verdad como única.
Tomo lo que siento que en este momento sirve para mí evolución, lo exploro en profundidad aprendo todo lo que necesito y sigo.
Cuando algo no me encaja adentro simplemente lo dejo partir.
Observo con profunda autocrítica mis pensamientos cuando estos se van tornando en cárceles.
Cuando un dogma quiere convertirse en barrote de mis ya desgastadas celdas lo invito a retirarse, y observo a qué pedazo infantil de mi o a qué mentira de mi mente pequeña se quiere anclar.
Me pasó en la crianza todo el tiempo.
¿Por qué sólo iba a portear?
¿Por qué sólo iba a usar pañales de tela?
¿Por qué una única opción?
Solo me guiaba el bienestar de mi hija…
Mi hija fuego que no toleraba mucho tiempo encerrada en una tela y que exploró el suelo desde muy pronto y que puso sus pies en la tierra con fuerza desde muy chiquita.
¿Por qué la iba a tener atada a mi cuando quería moverse en libertad?
Y así la he ido acompañando, sintiendo lo que mi hija necesitaba y descubriendo la belleza de lo enorme que somos, que no puede caber en un libro ni en muchos, sino que es un espacio interno por descubrir.
Y en ese ir descubriendo también descubrí mucho acerca del amor de las madres.
He acompañado y me acompaño a entender y liberar el yugo que supone sentir y pensar que NUESTRA MADRE NO NOS AMÓ.
La primera vez que lo escuché me atravesó como un disparo al pecho.
Nunca supe por qué hasta hace bien poco al experimentar la energía y el dolor de mi clan y entender que la mente no puede explicar lo que energéticamente Somos e intenta dar vueltas y explicaciones que sólo caben en corazones endurecidos.
No hay nada más doloroso para un Ser que tener la certeza de que su madre no lo amó.
Es más doloroso eso que el daño infinito que una madre le pudo hacer.
Y sobre todo
Es una mentira dolorosísima, o al menos no es toda la verdad.
Una madre ama, siempre ama.
Con lo poquísimo que tiene.
A veces sólo es el canal de vida para que nuestra luz Sea en esta tierra…
Y eso ya es un acto de amor.
Ha permitido la concepción y ha anidado un cuerpo en ella.
Ahí hay un amor profundo.
También hay amor en las noches en solitario deseando que las cosas salgan bien
Aunque al día siguiente enloquezca y nos dañe infinitamente.
Hay un instante…
Una milésima parte de un minuto
En que nos ama.
Renunciar como autocastigo a ese trozo de nuestra madre
Es negarnos a la vida.
No se trata de entregarnos como niñas para que ella nuevamente desde su herida nos dañe.
Sino más bien como adultas reconocer su humanidad
Nuestro dolor y nuestra fuerza
Y avanzar.
He pasado años luchando con este dolor con mi madre hasta que me di cuenta que le pedía que me acepte tal cual soy y yo no podía aceptarla a ella.
Que yo no podía aceptar su forma de amarme.
Que mi foco estaba puesto en lo que no me daba, en lo que me había hecho.
Y de ese lugar bebía la ira, la rabia y el resentimiento que me mantenía completamente afuera de mi.
Hizo falta un trabajo profundo.
Soltar las ideas
O tomar solo algunas de las que escuchaba y escucho.
Y reconocer cuáles de ellas hablaban de mi y cuáles hablaban del dolor del que estaba al frente exponiendo su punto de vista.
He podido desapegarme de los dogmas más duros incluso de los que parecen el camino más consciente…
Porque óigame…
Todos en este mundo queremos tener una madre que nos diga qué hacer y a quien amar y cuesta mucho salirse del rebaño; pero es indispensable.
Yo buscaba afuera
Sin saber que dentro, ahora adulta
Ya está la madre que me sostiene justo como necesito.
Que ama mi belleza y mi sensibilidad.
Que me apoya en mis deseos más locos y osados.
Que me consuela y es sostén cuando caigo rendida ante la vida y sus obstáculos…
La que me prepara un baño caliente con menta y lavanda cuando siento que muero.
La que me lleva de la mano a caminar debajo de los árboles o a nadar en las aguas profundas de un río fresco.
A sembrar la tierra.
Esa madre está en mi.
Y soy yo misma.
Soy mi Madre
Y madre me acepto con todos mis dolores y mis desaciertos
Y reconozco la humanidad de esa madre-niña que me ha criado.
Que ha sido canal para mí.
Y que todavía lucha con sus propios dolores.
No.
Yo no espero que mi madre me ame incondicionalmente.
Espero que se ame a ella.
Que se cuide ella.
Que pueda despertar a veces de sus sueños y se vea y disfrute.
De mi parte me encargo yo.
Me cuido yo.
Me respeto.
Me pongo límites.
Me nutro.
Y me encargo de amar sin medida a esta niña que acompaño.
Que sin lugar a dudas se sentirá no amada en algún lugar.
Mi camino es mostrarle todo el amor que es, todo lo enorme que su energía trae a este mundo y que yo con mis enceguecidos ojos apenas puedo reconocer.
Y también recordarle que soy humana y que ella también.
Que hago lo que mi corazón y mi mente me permiten a cada momento.
Y que puedo cambiar, mutar en cada instante en la medida que mi corazón se expande.
Y que su bienestar y el mío son el impulso para que yo sea más la madre que ella necesita, que le ayude a construir su Propia Madre que la sostenga allí donde yo, aún intentándolo todo, no llego.
Si hija
Así imperfecta y llena de huecos.
Te amo.
Si algún día en tu camino sientes que no te amé.
Quiero que sepas que a mí también me pasó y que lo comprendo.
Pero que cada célula de mi cuerpo reconoce tu luz, tu belleza y a cada instante mi corazón late por ser solo el espejo donde puedas reconocerte enorme y bella.
Que siempre te amo
Aunque a veces no lo parezca.
Cuando en la noche de tus puerperios te asalte la sombra de un dolor por que no pude acompañarte…
Quiero que sepas que ahí tienes un Poder Dormido, listo para salir y que te acompaño desde donde esté para que lo explores y seas aún más grande.
Si hija…
Cuando dudes
Quiero que sepas
Que te amo
Con todo lo que hoy puedo ser
Te amo.
Andrea Díaz Alderete
Consciencia Madre
Ilustración: Aldo Tonelli