¿Qué cómo me veo en 5, 10 o 15 años?
Pues más o menos como ahora pero me imagino que más así:
Con una sonrisa atravesando la piel y traspasando cualquier arruga.
En rojo que es el color de mi corazón abierto.
Con una ligereza de quien sabe lo que ha vivido y confía en lo que va a llegar.
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Con la blandura de pecho que ha alimentado y a nutrido los días y las noches de una niña y de mi misma.
Con esas redondeces de algodón de azúcar que tan veneradas son por la hija de mis entrañas.
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Con el pelo blanco y largo.
Y con falda.
Y con montaña y campo.
Y con casa con patio, huerto y muchas flores.
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Y con niños revoloteando
Los de los amigos.
Los de las mujeres que vendrán a mi refugio.
Los de mi propia Hija si decide tenerlos.
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Y con amores que entren y salgan de mi espacio.
Que vengan a amar y a compartirse cuando el corazón lo susurre.
Y que se vayan cuando saciados de tanto vivir necesiten volver a sus propios espacios.
Y me dejen a mi también disfrutándome.
llenándome de todos esos momentos de soledad que ya empiezo a sentir y disfrutar.
Momentos para Escribir
O cantar
O bailar
O pasear
O sembrar
O amar
O crear
O acompañar
O reír
O SER
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Perpetuando el amor pero no las ataduras.
Ni con mi hija.
Ni con su padre.
Ni con ninguna energía que se acerque a la mía.
Ni conmigo.
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Se ven ya las Raíces de mi pelo blanco.
Apenas emerge en este espacio nuevo que Soy.
Pero desde la raíz se comienza.
Y ahí en ese espacio
Siendo Raíz Blanca
Ya crece Esa Mujer de mis sueños.
Ya hay Raíz.
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Solo hay que dejar que llegue el alimento, el sol y el agua.
Y que se vaya brotando todo…
En un REVERDECER BLANCO
Ahora toca el brote maduro
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Andrea Diaz Alderete
Consciencia Madre
27 de febrero de 2019
Intuyendo los 45