Algo de la charla de ayer con una consultante quedó resonando dentro mío.
Me contaba que se había quedado muy dolida y se sentía culpable por una situación que habíamos observado durante una consulta esta semana.
Un síntoma en su hijo que podía haberse ido materializando a través de muchas pequeñas acciones en el vínculo entre ellos.
No había que explicar mucho puesto que ella todo lo sabe (lleva años de camino y de lecturas y experiencias) pero si me sirvió mostrarle que distraernos en la culpa también nos desconecta
Que estar en ese mundo mental donde yo soy culpable y mi hijo ahora tiene…bla bla bla.. también es un espacio de boicot a la experiencia del presente donde estamos compartiendo vida.
La culpa nos saca del presente de forma brutal y nos pone en centro a Nosotras y a Nuestro drama.
Por supuesto no soluciona sino que empeora las cosas porque es desconectiva y funcional a nuestra separación emocional, energética y a veces física de nuestro hijo.
En medio de esta charla no pude más que contarle mis propias experiencias con los síntomas de mi hija.
Y eso la calmó bastante. Parece que reconocer la humanidad del otro nos da respiro nos permite ver que también somos humanos.
Mi reflexión de hoy viene en torno a la idealización.
¿Parece desde afuera que mi crianza es idílica?
¿Que en casa no tenemos retos?
¿Que todo fluye amorosamente en cada instante y que no perdemos el norte?
Si así fuera mis queridos lectores este espacio no existiría
No existiría Consciencia Madre, ni yo como acompañante de sus procesos personales.
No hay en lo que leen aqui, ni una sola experiencia que sea de oídas.
Todos los lugares de los que hablo están explorados, atravesados y vividos por mi y por mi familia.
Con el tiempo además he aprendido a ver claramente las experiencias de los otros niños porque mi hija me ha guiado a abrir tanto mis sentidos para comprenderla/sentirla/verla que ahora me resulta sencillo percibir a los niños en muchos pedazos de lo que ellos son.
Por eso cuando una familia llega a la consulta vienen todos.
Los niños están presentes y puedo casi verlos y sentirlos aunque a la mayoría nunca los he visto en persona.
Cada conocimiento y herramienta que leen aquí se nutre de mi propia crianza.
Es de allí de dónde sale todo el material que puedo investigar y traer a este espacio.
Fue el no dormir de mi hija el que me ayudó a encontrar a Laura Gutman a los dos meses de vida de ella. Y su no dormir se acomodó a los 17 meses después de muchísima exploración adentro mío.
Aún hoy duerme acurrucada a mí y han pasado siete años.
Ni lo juzgo ni intento comprenderlo.
Sé que es lo que necesita y punto. Lo disfruto.
Fue mi hija a los 14 meses mordiendo la teta la que me hizo caminar por muchos grupos de crianza y de lactancia buscando respuestas.
Finalmente encontré un pequeño texto me puso en claridad sobre la agresividad
La mía y me empujó en un lento pero enorme camino de autoexploración de la agresividad.
El asunto de la teta se resolvió probablemente en un par de meses. Tuve que poner mi fuego creativo en acción para materializar eso que SÓLO leía en algo concreto en mi existencia. Eso es lo que les ofrezco ahora cuando vienen con una situación similar a la consulta.
Dos meses parecen poco, pero todo lo que tenía que ver con su fuerza, sus límites, su espacio fueron años y años de acompañarla y explorar las necesidades de un niño con fuerza
Años de entender y sentir que es lo que la enojaba y por qué.
De aprender a respetarla.
De no activar mi enojo con ella.
Fueron años de acompañarla a cuidar sus espacios, a permitirle no compartir.
Años de poca sociabilidad porque siempre terminaba en pelea.
Años de aprendizaje mío de transformar y acompañarme a ser la madre de una niña con una determinación clara.
Y a ver cómo me guiaba a sacar mi propio fuego.
Hoy su capacidad de afirmarse y disfrutar es tan bella que no puedo dejar de sorprenderme y gratificarme. Además de su sociabilidad expansiva y llena de alegría.
Y de paso he aprendido tanto tanto tanto de mi misma.
Luego vinieron los síntomas de estar cerca/lejos.
Las reacciones a mi expulsión y desconexión a mi mundo interno y externo.
Los síntomas de dejarla afuera de mi misma porque yo misma no me tenía ni me experimentaba.
Luego el ingreso a un espacio de crecimiento. Tres intentos en tres edades diferentes. Y finalmente el ingreso a la escuela actual, con un largo larguísimo período de adaptación a sus seis años de vida. Claro que ha habido retos ¡¡¡¡muchísimos!!!!
Puedo pasarme la mañana contándoles todas las experiencias.
Algunas no las recordamos ya y algunas están muy en activo en este momento.
Pero aquí hemos estado este hombre y esta mujer dispuestos a ser la tribu que necesitábamos.
Dos compañeros-padres-pareja mirando y aprendiendo.
El mayor ejercicio de todos ha sido la observación.
La paciencia ante cada situación.
La confianza en que mirando adentro se irá resolviendo todo.
(Observación, Paciencia y Confianza, tres palabras de la Tierra)
Y ahora la certeza de que seguimos viviendo y que seguirán apareciendo cosas, porque eso es LA VIDA.
De eso se nutre nuestra existencia humana a través de las experiencias que nos van llegando.
Hemos llorado, nos hemos sentido perdidos, hemos atravesado crisis algunas de una dimensión tan grande que parece que el mundo conocido se caía a nuestros pies.
Y así fue.
El mundo se cayó y nosotros con él.
Se destruyó lo que antes éramos (o pensábamos que éramos) para dar lugar a algo mucho más auténtico.
Y falta tanto camino.
Pero no importa porque ahora:
PENSAMOS MENOS
Y además:
Iremos encontrando la manera
Aunque a veces me salga mi autoritaria interior.
Aunque a veces me vaya a mi mundo de fantasía.
Aunque a veces no pueda conectarme y expulse
Aunque a veces me olvide que lo único.importante es el amor
Aún así seguiremos encontrando el camino.
El nuestro y desde allí traeré para ustedes toda esa información de mi propia investigación porque es parte de mi Misión, de mi Servicio a este mundo.
Traeré
Lo observado
Lo sentido
Lo hecho
Lo probado de mil maneras hasta encontrar la clave
Y finalmente les contaré cómo todo lo aprendido nos transforma.
Porque la crianza es sólo eso.
El camino de nuestra propia transformación guiada por nuestra hija y sus retos.
No hay nada perfecto en nuestra crianza.
Ni nada idílico.
Somos humanos nos pasan cosas todos los días. Tenemos los mismos retos, la alimentación, la tecnología, los enojos, nuestros tiempos comunes, nuestras dudas en los vínculos, y mil cosas mas.
Sólo pura realidad.
Pero también tenemos un amor a golpe de tempestades
Que sigue brotando y sosteniendo
Que no permite que nada se interponga entre lo que sentimos por esta hija
ni siquiera nosotros mismos.
Disfruten de su domingo
Y de la vida que se levante delante de ustedes.
Ahí está todo
Solo hay que vivirlo.
¡Disfruten!
Andrea Díaz Alderete
Consciencia Madre
Imagen: ese instante de la mañana exquisito donde puedo nutrirme