Todas las madres y los padres que deseamos acompañar a nuestros hijos con respeto hemos escuchado en algún momento de su crecimiento (embarazo, parto, nacimiento y crianza) que hemos de confiar en nuestro instinto. Qué allí adentro están las respuestas para lo que nuestros hijos realmente necesitan.
He estado reflexionando acerca de esto a raíz de un intercambio con otras mujeres del mundo consciente y me pregunto ¿es real que podemos confiar en nuestro instinto?
Creo que a cada mujer (y hombre) nos resuenan muchas veces cosas que están muy alejadas de nuestro ser esencial, es decir, el instinto a veces nos falla mucho, simplemente porque no tenemos registro de lo que éramos antes de lo que somos ahora: adultos muy acorazados. Una mamá que no conoce sus límites podrá estar mucho más disponible para la crianza respetuosa, y una mamá con una coraza dominante no podrá soportar un salto de límites en los niños; una mamá congelada en cuerpo por su vivencia no podrá soportar dar la teta (y así un largo etc).
Es decir las corazas nos impiden conectar y a veces eso que nos resuena, no nos resuena a nosotros sino a nuestra coraza, personaje o traje. Así que ¡¡¡es normal que nos resuenen cosas diferentes según nuestra propia historia!!!
Lo lindo de esto es preguntarse ¿por qué? ¿por qué no puedo? ¿por qué siento que no debo? ¿porqué permito? ¿por qué no permito? Eso es un ejercicio al que no estamos acostumbrados, sobre todo por que tenemos miedo de oír, miedo de ver lo que de verdad nos sucede, miedo de sentirnos culpables; entonces elegimos la evasión o simplemente nos atrincheramos y alineamos con la forma de crianza y vida en el que nos sintamos menos juzgados. Allí en esa carretera hacemos lo que todos hacen (o creemos que hacen), y por tanto nadie juzga, y ahí de nuevo volvemos a ser niñas y niños haciendo lo que todo el mundo espera de nosotros para que nadie nos critique, nadie nos juzgue, para ser aceptados.
¿Entonces confiamos o desconfiamos de nuestro instinto? Yo creo, siento y vivo en mi propia experiencia que con un poco de entrenamiento y mucha mirada interior, podremos ir dándole fuerza al verdadero instinto y con un poquito más de trabajo aún podremos ir entendiendo cuáles son nuestras corazas para detectar con anticipación cuáles son nuestras respuestas condicionadas.
Este es un trabajo valiente y profundo porque implica el reconocimiento de la fantasía en la que hemos vivido y el dar lugar al verdadero ser que llevamos muy adentro nuestro.
¡Pero vaya si vale la pena!
Entonces SÍ empezaremos a oír cada vez con más fuerza nuestra voz interna diseñada y utilizada durante miles de años por nuestra especie para sobrevivir: la voz del instinto maternal.
Andrea Díaz Alderete
Consciencia Madre