Mis dedos se han despegado por tantos años del teclado que hoy escribir me resulta muy ajeno. Escribir se ha vuelto tan extraño como cuando cierras la puerta a un antiguo amor y de pronto te das cuenta que ya no recuerdas ni su cara.
Y sin embargo, aquí entre estas teclas y abriendo las hojas de este diario que es mi blog, me encuentro de nuevo con ese latido poderoso de mi corazón manifestándose; esa voz de fuego que sale de nuevo para comunicar lo que siento.
Que comienza siendo tímida pero que de pronto es sangre en la yema de los dedos impulsando una vez y otra las letras que componen esta nueva historia.
Llegó amigas/os, llegó el día en que volver a escribir es una necesidad, un anhelo guardado, es mi cuerpo sediento de palabras, de contarles tanto que he conocido y aprendido de mí en estos años.
Tanto que me ha pasado, que me ha dolido, que he crecido también.
Lo primero que voy a contarles es lo último que he descubierto y que necesariamente me lleva a uno de mis primeros escritos ese que decía Ser la Hija Expulsada del Reino de Mamá. Qué duro fue en aquel momento descubrir esa expulsión y con los años atravesarla profundamente y aprender a volver al femenino que duele cada vez menos.
En estos tiempos de pronto me he sentido paralizada, tomada por una bola fría sobre mi cuerpo, con un peso específico asfixiante que me deja quieta. ¡Ay! cuando descubrí que esa forma pesada era yo misma adolescente, encerrada sintiéndome fea, gorda, inadecuada, no digna de amor.
¡Ay mis queridas/os, no se imaginan el dolor tan profundo que toqué!.
He tenido que pasar unos cuantos días rodeada de mujeres preciosas y amorosas y volver a sentirme como esa adolescente para sentir el contraste de la realidad con lo que mi historia contaba sobre mi misma.
Ha sido tan disonante la experiencia con lo que mi mente me traía que no he tenido más opciones que darme cuenta que NO ES POSIBLE que yo sea eso que dice mi trauma, ni es posible que las mujeres que me rodean no me quieran o me vean como me sentí vista siendo una niña y una adolescente por mi madre.
He tenido que ir al refugio del agua oceánica que más me ha sanado jamás, acompañada de mujeres para descubrirme niña, adolescente, vulnerable, chiquita, muerta de miedo, llena de una angustia, de un llanto desesperado que comenzó a salir como una tosesilla y se transformó en un poderoso trozo de mi pulmón destilando los dolores y entregándolos a la sanación.
Madre de Dios lo que está siendo este proceso.
Y madre de Dios la importancia de conocernos, de ir a esos lugares tan guardados.
Estaba éste metido en los vértices de mis dos pulmones y podía sentirlo. Mis manos en mi pecho buscaban la información y en medio de la noche febril querían escuchar que había allí guardado y si…ahí estaban:
-La tristeza por no poder moverme y salir al mundo a jugar y a disfrutar.
-El miedo al rechazo y a no ser la niña/adolescente/mujer hermosa que veo afuera y que creo que no soy.
-Mi problema con mi propia imagen, la distorsión de la realidad.
-La forma tan brutal de NO VERME, de NO CUIDARME, de NO ESCUCHARME que he guardado desde siempre entre mis dedos.
-La forma tan brutal de hacerme a un lado.
-La forma tan brutal de juzgarme.
Miren mis amadas/os, si algo me ha dolido de estas dos semanas que ha durado este proceso ha sido no poder detener la enorme cantidad de juicios que mi mente automática, infantil, pequeña e insoportable vertía sobre mi.
Desde mi forma de caminar, de cómo estaba mi pelo, de cuántos kilos he aumentado en el último año, hasta la forma de acompañar, de ser madre, de amar, de ser amiga.
Nada se ha librado del juicio implacable de este módulo mental que de inmediato activa mi culpa (-me siento culpable por ser tan inadecuada y por tanto merezco castigo y entonces llega el maltrato-).
En mi caso el maltrato llega en forma de comida, de desconexión en la pantalla, de ser tan absolutamente diferente a la mujer que soy cuando me amo que a veces me sobrecoge, me sorprende.
Y de nuevo llega esa forma de mal-tratarme, de «decirme» que «debería estar haciendo algo y en cambio estoy haciendo otra cosa».
Tanta imperfección, tan humana yo mis queridas/os. Tan tan humana.
Afortunadamente estoy rodeada de mujeres poderosas.
Mijas/os los terapeutas y las amigas nos salvan, no dejemos de tener al menos uno de cada (y si tus amigas son terapeutas ni te cuento el plus añadido).
Hay que crear lazos y vínculos que nos ayuden a escapar de la propia toxicidad de nuestra mente.
No nos olvidemos de contar con un/a buen terapeuta que nos ayude a reconstruir esa historia
y a volver al centro y a Re-cordarnos.
No nos olvidemos de nosotras/os porque somos increíblemente valiosas/os.
Y te regalo las mismas palabras que me regaló hoy una de mis amadas amigas otrora consultante porque si, muchas de vosotras ahora sois también amigas, que le vamos a hacer:
«Somos increíbles y nos tenemos las unas a las otras.
Es una suerte contar con tu presencia.
Ocupa tu lugar que es enorme, brillas con luz propia»
Asi que ya sabes
«ERES INCREÍBLE
ES UNA SUERTE CONTAR CON TU PRESENCIA
OCUPA TU LUGAR QUE ES ENORME
BRILLAS CON LUZ PROPIA»
Gracias Ana y gracias a todas las mujeres que me cuidan, me acompañan, me zamarrean y me abrazan cuando me olvido de mi lugar en el mundo y vuelvo a ser niña acurrucada llorando sin límite y sin fin.
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Con amor
Andrea
Consciencia Madre
PD: sé que estas letras están lejanas a «aquellas» letras, pero ahora sale así, desordenado, de cualquier manera, esperen un ratito, con paciencia y amor volverán a hilarse en esa sinfonía que tanto les gusta y tanto les acompaña.
Yo también me permito la imperfección en mis letras porque lo que ahora me salva es escribir.
PD2: Vuelvo a acompañar Biografía Humana, como durante tantos años hice.El cuerpo-mente que hemos creado en la experiencia infantil es importante y es el primer peldaño del autoconocimiento.
Claro está, será a mi manera :), no sólo el trauma, sino la forma de salir de él también con herramientas de autoliderazgo consciente (Transición de Mente a Consciencia) y mucha Sanación Energética y cuerpo nuevo (camino del Corazón). ¡Escríbeme, te espero!
2 respuestas a «Las amigas te salvan»
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Rocío
Andrea,amada,gracias por abrir tu corazón y contar;tu testimonio ayuda y mucho, ays esos juicios internos que hacen tambalear y rompen por dentro!! En esas tormentas,yo vuelvo al corazón,como bien me enseñaste, y te estoy agradecida por todo lo que has ido aportando a mi vida y espero que sigas aportando;gracias Ser de luz.
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