La idea profundamente arraigada de lo que No queremos Ser como Madre puede estar todo el tiempo gatillando nuestras acciones sin consciencia.
Esa idea tiene todo que ver con la Madre que hemos Experimentado y vivido en la infancia:
- las acciones que no deseamos repetir
- el control que no queremos ejercer
- las manipulaciones que no queremos utilizar
- los gestos que no queremos hacer
- los gritos que no queremos dar
- los golpes que no queremos pegar
Las acciones de esa madre que fue la que experimentamos y que ahora vive dentro nuestro como nuestra Propia Madre Interna (a mi me gusta llamarle Madre Interna Vieja).
Lo que NO QUEREMOS SER.
Ahora adultas, no sólo NO QUEREMOS SER LO QUE NUESTRA MADRE ERA, sino además leemos y sabemos lo que deseamos para criar a nuestros hijos.
Esa nueva MAMA QUE DESEAMOS SER está todo el tiempo resistiéndose a nuestra MADRE INTERNA VIEJA.
Esa lucha es un desgaste profundo y un potente distractor que nos saca del presente. O nos dejamos llevar por el formato antiguo y reaccionamos, o estamos intentando ser otra madre, la de nuestras expectativas; y como no somos Esa, también reaccionamos.
Ninguno de esos polos nos sirve.
Los dos polos son mentales, desconectivos, no tienen asiento en la realidad. Uno es el pasado que vivimos (¡ya fue!!) otro es el futuro que anhelamos (¡no existe!!).
Es puro Aire, pura mente, totalmente fuera del presente, del Aquí y Ahora que es el único lugar donde nuestros hijos habitan.
La Única Madre que podemos Ser
es la que fluye desde un lugar Interno de Sabiduría,
Que se vive como ella ES
por fuera de lo que su propia Madre era
O por fuera de sus propias expectativas
de los que Debería/Tendría que Ser.
Ese lugar Interno de Sabiduría requiere asiento en la realidad. En el presente. En dejar que los pensamientos que nos gatillan simplemente pasen, en dejar que aparezcan nuevos pensamientos más limpios, más abiertos, y a que nuestra verdadera esencia empiece a manifestarse.
En dejar la lucha y la resistencia y al contrario aumentar nuestra Receptividad.
Nuestra capacidad de recibir lo que la vida nos va mostrando a cada momento (incluso nuestro diálogo mental imparable) y aceptarlo como parte de nuestro antiguo disco rígido. No hace falta re-programarlo, ni extirparlo, ni luchar sin descanso contra el. Simplemente aceptarlo como la vasija que somos.
Aceptar sin aferrarnos, recibirlo y entregarlo al mismo espacio aéreo donde ha surgido. Una fluidez completamente nueva para nuestras mentes antiguas.
Y ese acto de receptividad y entrega, simplemente deja espacio para algo nuevo, un nuevo pensamiento surge, algo está justo detrás de esa idea previa. Y quizás sea más compasivo, más alegre, más fogoso, más divertido, o más calmo que el anterior que viene a recordarte lo infeliz que eres.
¿Lo Pruebas?
Recibe y Entrega.
Recíbete y Entrégate.
Te acompaño
Andrea Diaz Alderete
Consciencia Madre
De las reflexiones del Círculo para Acompañar al Ser.
Imagen: Receptividad. Del Tarot Osho Zen