Un día como hoy, hace muchos muchos años, nació mi abuela materna.
Sara.
Sara en nuestra vida, en nuestra infancia.
Sintiéndose y siendo la reina a su manera.
Ella era hija de una mujer de tierra adentro.
Del Tucumán profundo, allá donde el surco es lo más importante, donde se debatía la pobreza con las gallinas, con el chancho para criar y comer en Año Nuevo.
Allá en el territorio de las alpargatas, de la feria de Simoca, del patio de tierra y la escoba de afata.
Allí se crió mi abuela.
Hija de un «turquito» que se hizo con las tierras de la zona y que contrató a un criollo morocho, alto, bien del terruño, fuerte , autoritario y puro fuego, para que fuera el capataz.
Y allí entre los cañaverales el capataz enamoró a la moza.
La moza con el fuego en la sombra.
La que guardaba para adentro su poder.
La que lo escondía debajo las capas de una corteza dura y pesada que con los años fue haciéndose más fuerte y más grande.
La que se comía las uñas con fuerza, queriendo comer toda la vitalidad y las ganas de luchar contra el mundo.
La que perdía la fuerza perdiendo el pelo.
La que sentada en un gran sillón en la inercia de la quietud ejercía su poder… y se consumía.
La que era amor por dentro, puro amor.
La que nunca puro encarnar su poder y sentirlo propio…
El poder de saber que NOSOTRAS SOMOS FUEGO, qué SOMOS FUERZA, que SOMOS PODEROSAS
Enamorada vivió su fuego desde la sombra; y desde la sombra nada nos pertenece, y todo nos gobierna.
Sufrió mucho, un personaje de mucho dolor.
Murió muy joven sin poder sentir el poder de su propio fuego, sólo viéndolo proyectado en su hija Fuego-Leo (mi madre) y en el compañero Fuego-Leo que había elegido, y que años después se enamoró de otra mujer y con ella se fue.
Sara de mi corazón:
Hoy te honro con mi sangre completa
Hoy te honro por ese vientre lleno de vida que trajo al mundo a tantos hijos, algunos que nacieron y otros que no.
Hoy honro tu fuerza escondida debajo de los kilos.
Hoy honro tu enorme dolor por no poder sacar todo ese que eras hacia afuera, por no poder brillar como el León que llevabas dentro y tener que brillar desde otros lugares que seguro no te han hecho sentir completamente feliz y viva.
Te honro Abuela, por el legado que has dejado,
Y por que desde siempre alumbras, junto al abuelo y mi madre, mi camino hacia MI VERDAD.
Siempre te he sentido cerca, incluso hace algunos años con mi hija en brazos, en noche de teta y sombra, te sentí a los pies de mi cama trayéndome un mensaje que en ese instante no supe interpretar, y que ahora escribiendo estas palabras, viene a mí.
Hoy abuela quiero decirte que YA SÉ.
Que lo he descubierto.
Que he descubierto el Camino del Fuego escondido que tanto dolor ha causado.
Y que dispuesta estoy a encarnarlo, a sentir, a vivir con pasión, a ser por fuera de las convenciones ESO que tú no has podido, o al menos a intentarlo.
Dispuesta estoy a ser
Fuego que brilla con fuerza.
Fuego que ama con locura
Fuego que vibra en el cuerpo de otro
Fuego que enloquece creando
Fuego del Impuso poderoso
Fuego de la Niña que Juega
Fuego de la Sabiduría
Fuego que disfruta bailando
Fuego que ríe a carcajadas que salen sin permiso
Fuego que inspira desde el corazón
Fuego que enciende
Fuego que impulsa
Fuego que cría disfrutando
Fuego que acompaña al fuego de su hija a que no se apague
Fuego que ama
Fuego que SE AMA
Hoy me comprometo con vos y con todo nuestro linaje a intentar cada día tener menos miedo de eso que SOY.
A SER ese fuego sagitariano que ahora también encarna tu bisnieta.
A SER ese fuego que he sentido desde siempre dañino para los otros.
A amar cada rincón de mi vitalidad
A que mi sangre brote por todos lados.
Y a sentir en mi cuerpo completo el latido de mi corazón que con fuerzas te dice
FELIZ CUMPLEAÑOS ABUELA
GRACIAS
TE AMO
Yo soy Andrea
Hija de Lilia
Hija de Sara
Hija de Mercedes
Hija de la Vieja Maga
Hija de la Madre Tierra
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Andrea Díaz Alderete
2 de agosto 2017
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Imagen: Leo-Sagitario, fuente desconocida.
(Revisado el 22 de Junio 2022; encarnando y cumpliendo todos mis compromisos de hace tres años)
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