Nos empeñamos tanto en que el otro vea nuestro punto de vista.
Queremos que eso que sentimos el otro también lo experimente.
Queremos que tome decisiones que nos incluyan.
Nos ocupamos de dejar de lado todo
Porque como con ESE Ser tiene que ser la vida pues ahí que nos entregamos.
Sin duda ESE Ser es un Maestro.
Y muy probablemente nos muestra justo eso
Que perdiendo la vida esperando, atendiendo, entregándonos a un espacio donde no somos amados (o no nos percibimos amados)
No vivimos y No actuamos en todos los lugares en los que Si tenemos inferencia.
¿Cuánto nos hacemos cargo de nuestros deseos?
¿Qué sabemos de nuestra vocación?
¿Disfrutamos del trabajo?
¿Cómo están nuestros hijos?
¿Les acompañamos o son sólo espectadores de nuestro sufrimiento por seguir anclado a un amor de hace 5,10 o 20 años?
¿Te has preguntado que le pasa a tu vida mientras no vives?
¿Qué sucede con los que si te aman?
¿Con los que si te eligen?
¿Qué pasa en esos espacios vacíos donde solo buscas saciarte en un otro sin contemplar la grandeza que eres?
¿Sabes que siente tu hijo al verte sumergido en un espacio de tanto dolor?
¿Qué defensas ha montado?
¿Qué le ha pasado mientras lloras otra noche por un amor perdido o nunca vivido?
¿Con quién se ha vinculado?
¿Contigo o con la sombra que eres cuando no te sientes amado?
¿O con el destello que eres en ese milisegundo en que parece (o percibes) que si te aman?
Quizás es tiempo de que nos elijamos.
De que veamos quiénes son los maestros y qué nos muestran.
De que dejemos de estar ahí sufriendo infinito refugiados en teorías otrora psicológicas, ahora espirituales
Que nos siguen manteniendo MUERTOS
Con mini espasmos de vida
Si así te sientes
Si así te has sentido
Aquí te acompaño que seas adulto
Dejes la dependencia
Y ames, solo ames.
Andrea Díaz Alderete
Consciencia Madre