A medida que vas andando, pensando y sintiendo la maternidad consciente, percibes que es difícil desplegar capacidades amorosas si no has recibido amor en el vínculo materno
Eso puede resultar sumamente doloroso para las madres que somos, que deseamos amar a nuestros hijos con nuestro ser, que deseamos darnos y no sabemos si podremos hacerlo.
A veces terminas por aceptar que tus capacidades amatorias están coartadas, vedadas, como si un «Prohibido Pasar» estuviera en la puerta de ingreso a la capacidad de darse, de abrirse y amar en libertad.
Durante mucho mucho tiempo, sentí eso.
Pero queridas y queridos, NO ES VERDAD.
Todos somos amor, venimos a este mundo conectados con el amor.
El amor vive dentro de nosotros.
Desde que nacimos nuestro Ser ha ido tapándose con capas y capas de dureza que han ido cerrando nuestros canales para encontrar la luz del amor y el bienestar.
Hemos tenido que hacer eso para sobrevivir, porque hemos crecido con madres de canales cerrados, y si ella no pudo amarnos como necesitábamos, tuvimos que aprender a vivir (sobrevivir) sin ello.
Es como si al nacer fuéramos todo LUZ y todo AMOR y a medida que vamos creciendo, la luz se va tapando por una enorme corteza oscura; como si la luz fuera una playa soleada a la que se nos va coartando el camino por la selva que se va poniendo en el medio.
De pronto la luz del sol sólo se ve en pequeños rayitos que atraviesan algunas hojas de esa maleza inmensa, intensa. Pero a veces se ve, sobre todo se SIENTE el calor de aquello que da Bienestar.
Todos nosotros lo hemos sentido y lo sentimos.
Ahora ya sé que la playa y la luz del sol no desaparecen, están ahí abajo, ahí detrás de esas hojas, esa enredadera de emociones y vivencias que se pone en el camino.
Y sé que al ir revisando una y otra vez nuestra historia empezamos a limpiar, a cortar y talar esas ramas que interfieren en nuestra llegada al amor, y la luz empieza a salir con fuerza.
Empieza un rayo, luego otro, y un día cualquiera nos encontramos vibrando en una frecuencia que no sabíamos que existía.
Nuestras máscaras son como la selva oscura que no nos permite ver nuestro centro donde el SER brilla y vibra el amor.
Si tomamos con certeza las riendas de nuestra vida y nos sentimos dispuestos a AMAR, a no perdernos la experiencia de vibrar y sentir al otro con el corazón abierto, podemos empezar a limpiar ese camino oscuro. Cortar algunas ramas sin miedo, dejar que vaya entrando un rayo tras otro, calentar nuestras corazas frías y entender que, al final de nuestro camino, sentado en la arena nuestro hijo, marido, compañero, amigo, hermano, nos espera.
Si además de limpiar nuestros caminos, también empezamos a sembrarlo de flores, de plantitas lindas que nos perfumen el paso, es decir, a brindarnos, a nutrirnos, a ofrecernos pan y agua para los momentos de flaqueza, entonces los canales se abren con fuerza, y la luz que era un rayo se convierte en nuestra realidad.
PODEMOS AMAR; sólo necesitamos un buen compañero que nos ayude a limpiar el camino, y estar dispuestos a sembrar nuevos lugares amorosos, para por fin descansar en la Playa SOLEADA del AMOR.
GRACIAS A MI HIJA QUE CON FUERZA ME PIDE SIEMPRE QUE VUELVA A NUESTRA PLAYA: NO ME SUELTES HIJA, SÍGUEME GUIANDO.
Gracias a mi compañero de vida que vio la luz y el amor en mi interior (y en el suyo) y se dispuso a limpiar su maleza a mi lado.
Gracias a mis hermanas de vida que me han ayudado a no perderme, a las mujeres que me acompañan en la crianza de las que tanto aprendo.
Gracias a las mujeres y hombres a los que que acompaño en sus crianzas, y en su vida a través de su Biografía Humana.
Gracias a mi maestra y compañera de noches en vela Laura Gutman, agradezco haber encontrado tus palabras cuando mi hija apenas había nacido.
Gracias a mi madre por brindarme el soplo para tener la fuerza para limpiar mis caminos
Dedicado e inspirado en Leire y Sara. Con amor para ellas.
Andrea Diaz Alderete
Consciencia Madre