Hoy es un día muy emotivo para mí.
Será que es como dice mi compañero
Qué me gustan demasiado los balances.
Y si, a mí me ponen en claridad acerca de lo que he ido andando, lo que he ido pudiendo ver de mi y abriendo hacia lugares de mayor libertad.
Lo que aún falta también.
Mi balance individual ha sido precioso este año.
Pero hoy,
Hoy se trata de un hito como familia.
Hoy nuestra hija ha terminado su primer año de escolarización.
¡Un ciclo completo!
¡9 meses en un espacio!
Ella que nunca había permanecido fuera de casa hasta este octubre.
¡Todo lo que hemos aprendido por dios!
Habíamos hecho tres intentos de ingreso a espacios respetuosos.
A sus cuatro añitos lo intentamos.
Ella estuvo tres días.
El segundo día nos mostró con claridad un síntoma que indicaba que no estaba bien.
El tercer día levantó sus zapatillas y nos volvimos al hogar.
Seis meses después volvimos a intentarlo.
Ahí fuimos nosotros los que sentimos que ese nuevo sitio no era.
Así que nuevamente con las zapatillas en la mano en menos de una semana.
El tercer sitio ya fue mucho más pensado y meditado (vamos aprendiendo en el camino).
Es un espacio precioso en personas y en propuesta.
Y allí ella estuvo bien.
Pero a las dos semanas sólo estaba bien.
Tenía cinco años y cuando le preguntamos dijo con claridad que prefería seguir en casa.
Esa vez nos costó a nosotros salir de esa escuela.
Sentíamos que quizás en casa algo le iba a faltar.
Pero de nuevo.
Escuchamos.
Y un año más estuvo en casa.
Finalmente y muy decididos,
Y con ella ansiosa ya de compartirse con pares y de tener tribu, encontramos SU escuela.
9 meses hemos estado allí.
Hemos hecho una adaptación corta
Para luego volver a hacer una re-adaptación larga.
Y hemos pasado de ver a nuestra hija en casa todas las mañanas, a escuchar sus historias y aventuras al mediodía.
No ha querido casi faltar hasta ahora que ya el verano le pedía descanso, cómo a nosotros.
A sus casi seis años
Recién estaba preparada
No antes
Ella no.
A sus casi seis años.
Recién sus padres estábamos preparados.
No antes
Nosotros no.
No puedo contar en un solo escrito las millones de cosas que he aprendido en esta salida al mundo de ella y nuestra.
Cuánto he tenido que abrirme, ser vulnerable, hablar, aceptar la opinión de otro que también ya es parte de la vida de mi hija (la escuela).
Aprender a recibir lo que me dicen, a revisarlo adentro.
Volver a sentir si eso que recibo lo vibro adentro.
Pedir disculpas cuando me he excedido
Abrazar a otros adultos que como yo buscan lo mejor para sus hijos.
Ha sido un largo larguísimo año de aprendizaje.
Y mi personaje ha estado presente muy presente.
A veces observando.
A veces actuando sin control.
Y cuando así ha sido
Siempre he podido volver a decir
Lo siento
Y gracias.
Hoy agradezco a la vida
Por este fin de ciclo feliz.
De nuevo su risa y su alegría
El brillo de sus ojos
Es nuestra única guía.
Y más allá del personaje
Qué mi corazón se abra al entrar en la escuela
Y sentir el calor y el deseo profundo de todos los adultos que estamos allí aceptando nuestras heridas e intentando aprender
Eso, oiga
Eso sí me emociona
Fin de ciclo
Gratitud a la vida
A la escuela y los Seres que la conforman
A mi hija por no dejar de mostrarnos el camino.
Porque para venir a esta escuela
Hemos mudado la vida entera
Y me encontrado rodeada de naturaleza y de flores, de agua y pájaros…de vida.
Me he encontrado a MI.
Sólo escuchándote hija
Sólo escuchándote.
Andrea Díaz Alderete
Consciencia Madre
Imagen: Mi carta para este tránsito.
El Halcón
«La medicina de este animal te enseña a ser observador, a mirar lo que te reodea. En todo lo que haces observa lo obvio. La vida te envía señales. ¡Presta atención! Eres poderoso solo en la medida de tu capacidad para pecibir, recibir y usar tus habilidades». (Carta de la Medicina de los Animales)