Ritmos vitales y Necesidades de los Bebés

 

“El buen comienzo en la vida podría definirse así: venir al mundo físicamente con sensaciones de placer, psíquicamente con regocijo, con el sentimiento de estar en seguridad y de ser verdaderamente bienvenido. Casilda Rodrigañez. La represión del deseo materno.

Antes de entrar a lo profundo y teórico de éste tema les hago una invitación a pensar y sentir cada palabra desde la bebe mamífera que han sido y a dejar por un momento la madre que les habita, ya que para retornar a nuestra mamiferosidad (nuestra naturaleza amorosa y altruista) lo primero es sentir y comprender profundamente lo que le paso a la bebe/niña que fuimos, entonces, quizá, podamos retornar al amor incondicional hacía nuestrxs hijxs y el prójimo.

¿hemos nacido y ahora qué?

Primero veamos lo que sería natural, lo que nuestra naturaleza mamífera haría si estuviera presente y le dejáramos co-existir, para ello tomaremos como referencia al bebe que acaba de nacer.

Hemos sido concebidxs y permanecido nueve meses en el abrigo del útero, envueltxs en la seguridad del cuerpo materno, con todas nuestras necesidades satisfechas (ni siquiera tenemos registro de necesitar algo) y sintiendo permanentemente el placer corporal que nos trae la tibieza del líquido que nos envuelve, los sonidos que nos estimulan (el latido del corazón de mamá, su voz distorsionada, los órganos digestivos) y el movimiento que nos acuna y divierte. De repente, llegado el tiempo, nos inunda el deseo de bajar y empujamos, nos abrimos camino a través del cuerpo de mamá para nacer y nacemos.

¿Y ahora qué? ¿Qué es lo que es bebe desea? Básicamente LO MISMO que tuvo hasta entonces:

 

  • Seguridad, física y psíquica: Abrigo, protección, cuidado y amor.
  • Placer corporal: La percepción sensorial de cada sentido que nos produce confort.
  • Satisfacción de sus deseos: Movimiento, curiosidad y exploración.    

 

El bebé nace completamente conectado a su naturaleza, ES y lo único que le impulsa de forma natural es su deseo, el deseo genuino e instintivo de cada instante, el mismo, que mantiene la energía en movimiento, movimiento que garantiza la vida y la  evolución.

La fuente principal de seguridad, placer y satisfacción (BIEN-ESTAR) durante los primeros meses es el cuerpo de mamá, encima suyo, me siento segurx y resguardadx; su olor y tibieza me producen placer, sus movimientos me mecen y me enseñan cosas nuevas sobre mi cuerpo; escuchar su corazón y su voz como cuando estaba en su vientre me tranquiliza, se siente bien, su cuerpo me satisface porque me nutre y quita esa sensación rara que aparece en mi barriga, además descubro el sabor, esa leche que emana de su cuerpo se siente en mi boca deliciosa. No importa nada,  más allá de ese cuerpo y este placer.

No conocemos el tiempo ni el espacio, luego no sabemos esperar.

Entre más jóvenes más potente es nuestro deseo, el tic-tac de nuestro cuerpo es todo, así que, los primeros doce meses de nuestras vidas,  cada instante es un MOMENTO DE MÁXIMO DESEO, y ese deseo es apremiante y urgente porque no queremos separarnos del placer completo de estar segurxs, amadxs y satisfechxs, cada segundo de displacer es como la muerte misma.

¿Por qué? Porque no conocemos el tiempo ni el espacio, de modo que para mí estar solx un minuto, es igual a estar solx para siempre, en ese sentido es imposible esperar, no conozco tal cosa; imposible hacer el análisis abstracto de que son cinco minutos mientras mamá se baña, una hora mientras mamá descansa, mañana cuando mamá este de mejor humor, cada segundo en nuestra vida de bebes, es la vida misma.

¿Cómo sería la maternidad si todas nosotras estuviéramos conectadas con nuestra animalidad?

SIMPLE! Por sobretodas las cosas sería simple: acompañar el deseo del bebe sin interferir.  

Si hubiésemos sido amadxs de forma incondicional, para nosotrxs, sería natural amar incondicionalmente, habríamos crecido siguiendo el tic-tac de lo que somos, nos conoceríamos profundamente y el miedo, la ira o la culpa serían apenas un indicador de falta de bienestar, una herramienta para sobrevivir al riesgo y al reto del instante.  

Completamente colmadas de nosotras mismas, al momento de ser madres, estaríamos dispuestas y listas para entregarnos al placer de la lactancia, a la protección de la intimidad, a la satisfacción inmediata del deseo de nuestrxs hijxs; sentiríamos plenamente los pulsos sexuales/vitales de nuestro bebe, que son los mismos pulsos que nos gobernarían desde nuestro nacimiento y que nos permitirían  vivir de instante en instante.  

Nuestro cuerpo estaría disponible para entregarse al deseo del bebé, que es mi propio deseo manifestado en otro cuerpo y nuestra alma confiaría en la necesidad natural de separarse de nuestrx hijx; de ésta manera, seriamos incondicionales tanto para dar como para confiar en ellxs y dejarles descubrir su autonomía y su ser. Les permitiríamos saciarse de amor e ir aprendiendo a hacerse cargo de amarse a sí mismxs y amar a lxs más pequeñxs.

Si nuestra naturaleza animal no fuera reprimida, el dolor de los más pequeñxs sería nuestrx dolor y el dolor de la humanidad; como sociedad estaríamos organizadxs para procurar el mayor bienestar posible a nuestras crías, les recibiríamos y mantendríamos como lo que son, el eslabón más importante de la humanidad.  

¿QUé LE PASA A LxS BEBES EN NUESTRA SOCIEDAD?

La realidad de lxs seres humanos que llegamos a este mundo hace miles de años, está muy alejada de nuestras necesidades mamíferas. Al llegar, en lugar de encontrar ritmo, sutileza, intimidad, cuerpo, satisfacción y seguridad garantizados de forma incondicional, nos encontramos con el cuerpo de mamá que ha sido congelado por miles de generaciones de mujeres desconectadas de su sí mismo y de su capacidad de amar sin condición y de forma altruista.

En lugar de leche que mana de los pechos calientes de nuestra madre, nos encontramos con leche artificial y plástico; no andamos en el regazo de mamá acunadxs por sus movimientos naturales, estamos solxs en una cuna fría y quieta; apenas si somos tocadxs cuando nos bañan o cambian la ropa y en los peores casos hemos llorado desesperadamente y nuestro llanto ha sido desatendido o ignorado, a veces incluso, hemos sido castigados y amedrentados por llorar.  Ya en los primeros meses hemos dejado de vivir y empezamos a sobrevivir.

amor vs miedo: la instalación de la carencia y la represión del deseo.

Una vez que nos es negado algo que nos resultaba imprescindible, se instala la carencia, la ausencia de “…” y tendremos miedo, miedo del vacío, de la ausencia de amor, de la ausencia de placer y gozo, de perder a mamá. Cada carencia instala un miedo, cada miedo  condiciona  una parte de nuestro ser, cuando el deseo es condicionado desde afuera, se convierte en una necesidad y perdemos la libertad de disfrutarlo.! Nuestra NECESIDAD de mamá (amor) nos lleva a la desconexión y posterior represión de nuestros deseos más profundos, de nuestros pulsos vitales.

Más grandes necesitamos sin medida la gota de amor que nos ha correspondido, anhelamos la hora en que cansada mamá se rinde a nuestro lado, el momento en que aplaude y sonríe por que hicimos algo “bien”, el instante en que rebosante de alegría nos felicita por hacer pipi en esa cosa extraña; entonces deja de ser acerca de nosotrxs y nuestro más íntimo y genuino deseo y disfrute y es acerca de ellxs, los adultxs, la autoridad.

Hacer lo que a mamá y al entorno le gusta o nos proporciona mirada, se hace nuestro modo de sobrevivir; la mayor parte de nuestra energía se dirige a reprimir nuestro deseo genuino y satisfacer las necesidades de mamá. Para sobrevivir necesitamos olvidar aquello que anhelaba nuestro ser, para sobrevivir necesitamos congelar nuestrxs cuerpos y satisfacer a lxs adultxs.  

¿Por qué lxs adultxs no pueden acompañar nuestrxs pulsos vitales?

¿Por qué? Porque hemos crecido alejadxs de nuestro deseo, carentes y necesitadas, de modo, que cuando nos enfrentamos a un ser al que tenemos que darle todo, lo primero que sucede es que nuestra necesidad (creada) se enfrenta con el deseo (genuino) del bebe. Desconectadas de nuestro ser y concentradas en ser amadas difícilmente podremos si quiera percibir, el deseo de nuestra cría.

Toda nuestra libido esta puesta en el afuera, en el esposo, lxs hijxs mayores, el trabajo, la depresión, el cansancio y el dolor de la herida que el bebe nos recuerda, ante el bebe somos un par, no tenemos idea que hacer y alrededor minutos después del nacimiento ya hay muchas personas convenciéndonos de que lo mejor es esto o aquello; “no le dejes comer tanto porque luego vomita”; “no le tengas tanto en brazos que se mal acostumbra”; “mejor que duerma solo desde ya porque luego será un horror”, “no le dejes esto y aquello”.

Desde hace miles de años a mamá le fueron negados sus propios deseos, fue desconectada de sus propios pulsos vitales y su cuerpo olvido el placer de la entrega, el disfrute de la intimidad y la sexualidad femenina; su deseo fue reprimido y reemplazado por convenciones sociales; ella está tratando de sobrevivir. Pobre mamá que desconectada de su sí mismo ya no escucha el llamado de su cuerpo y su alma de protegernos y resguardarse de esas voces intrusas.

Mamá quiere pero ha olvidado como acompañar nuestro deseo, nuestro llanto y dolor le recuerda su propio dolor y la sociedad le empuja a volver al mundo adulto, sin querer y queriendo, nos niega nuestra satisfacción.

 

 

1 -“Los seres humanos estamos regidos por las pulsiones de supervivencia, de hambre, sueño, deseo, superación y sexuales. Es el placer, de ingerir comida, de descansar, de ser tocados o acariciados, de tocar y amar lo que nos mueve hacia la superación y la belleza” Laura Gutman: Amor o Dominación, los estragos del patriarcado.

2- Para las mamíferas, la maternidad es ofrecer toda su existencia y la de la manada a la satisfacción del deseo de la cría, hasta el momento en que ese deseo le impulse a separarse de la madre. Tal separación proviene del deseo genuino de la cría de descubrir el mundo, es ese deseo el que marca el ritmo de separación, una separación que por sobre todo sería placentera.

3-En nuestra sociedad arrastramos toda la vida esta carencia de nuestra primera infancia; siempre nos parece que nos falta algo, que no nos quieren lo suficiente, que el amor que tenemos no nos colma como desearíamos; siempre en busca de la mujer ideal o del príncipe azul; siempre sintiendo que no tenemos lo que queremos, siempre exigiendo más y deseando poseer a nuestras parejas; nunca, nunca estamos satisfechos/as, ni los hombres ni las mujeres, porque lo que buscamos nadie nos lo puede dar. Sin darnos cuenta, porque lo que ocurrió no lo hemos podido guardar en la memoria de la conciencia, seguimos toda la vida intentando colmar el vacío, la carencia del principio. Si nos diéramos cuenta de lo quenos pasa, si partiéramos de la base de que arrastramos una tremenda mutilación emocional, no le reprocharíamos a nadie de nuestro alrededor que no nos esté dando lo que no nos no puede dar, y empezaríamos a ver la situación de otra manera: no se trata tanto de arreglar lo que no tiene arreglo, sino de que el estropicio, la Falta Básica, no continúe bloqueando la vida que a pesar de todo a pesar de la herida y de la carencia básica- pueda desplegarse; podríamos entonces, quizá, ver el amor a nuestro alrededor de otra manera. Casilda Rodrigañez, en La represión del deseo materno.

 

Lola Rodriguez

Consciencia Madre

 

BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA:

  • Laura Gutman: ¿Amor o dominación? Los estragos del patriarcado.
  • Michel Odent: Él bebe es un mamífero.
  • Casilda Rodrigañez: La represión del deseo materno y la génesis del estado de sumisión inconsciente.
  • Alice Miller: Por tu propio bien. Raíces de la violencia en la educación del niño.

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©Todos los contenidos de esta publicación son propiedad intelectual de Andrea Diaz Alderete y Consciencia Madre. www.conscienciamadre.com.

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