¿Estás Bien Hija?

 

Es imposible que compartamos verdad.
Es algo que nace de un lugar interno.
Y que a veces se parece a la verdad de un otro pero nunca es la misma.

Sin embargo si podemos cuidar que nuestra verdad no sea violenta
Es decir no le cause daño al otro de forma premeditada o soterrada, no le aplaste, le sobrepase, le manipule.

Podemos incluso cuidar la forma en que nombramos nuestra verdad.
Pero a lo que nunca estamos obligados
Es a qué nuestra verdad le quepa al otro.
Le calce.
A que el otro la comprenda.
La abrace y la sienta propia.

Porque es nuestra.

Y el otro tiene derecho a disentir.
A no compartir esa visión.
Quizás como mucho podemos inspirarle a mirar y encontrar su propia verdad.

Porque la verdad interna es difícil de comprender.
Es un lugar energético que SABE TODO.
Ese espacio donde todo lo que vas recibiendo a través de tus percepciones se organiza.

 

¿Qué pasa cuando esa verdad tiene que ver con el bienestar de tu hijo?

¿Cómo sabes que tu hijo está sufriendo?
En mi caso LO SÉ.
Se me agarra en el estómago un nudo, me chirría todo adentro y LO SÉ.

 

Sé que no está bien.
Porque conozco muy bien su Bien-estar.
Conozco su risa, su salto, su alegría.
Conozco el brillo de sus ojos, sus grititos de felicidad

Así que cuando algo de eso se nubla
No hace falta que nadie me diga nada.
Yo LO SÉ.

 

¿Podemos los padres compartir la verdad sobre nuestros hijos con otras personas?
Puede ser y sería deseable que así sea.
Pero sólo quien le conoce y le ama completamente puede percibirle como nosotros le percibimos.
Solo quien se anima a mirar atravesando sus propias gafas, sus acomodos a la realidad y a sus propias mentiras internas es quien puede reconocer la verdad de los niños.

Quien se ha atrevido a reconocer sus violencias y a atravesar sus propios miedos y ver SU PROPIA VERDAD.
La verdad incómoda que todos llevamos dentro.

Así que podemos aspirar a que los adultos que rodeen a nuestros hijos les vean, pero es probable que muy pocos se atrevan a reconocer si están bien o están mal.
Por eso es tan preciado dejarnos acompañar por alguien que ame con el corazón abierto y que se haya quitado muchas de su propias interferencias.

A mi la verdad no me viene de la cabeza.
A mí me sale de las TRIPAS.
Ahí siento.
Adentro
Y ahí se instala el malestar.
Las náuseas.
El dolor de panza y de corazón.

Y ya no puedo detenerme.
Tengo que ver.
Aunque cueste mucho.
Aunque duela mucho.
Aunque me haya elegido y en ese elegirme haya descuidado a mi hija.
Aunque me haya convenido mantenerme ciega.
Aún así
Quiero ver.

Mis tripas mandan.
El corazón también.

Así que aunque mi verdad a veces incomode y sobre todo ME incomode.
Ahí estoy yo para sostenerme en medio de ella.

Que para eso soy responsable de mi vida y de la de mi hija.

Que para eso le he prestado unos meses mi cuerpo hasta que ha nacido y la he alimentado de mi propia sangre.

Que para eso he roto los pedazos de mi armadura dispuesta a verla y de paso a verme a mí, adulta con violencias y enceguecida.

Mantengo mi verdad.
La mía.
Y no es la única posible.
Puede que sea una entre muchas.
Pero es la mía.

Y sobre todo si esa verdad habla de mi hija
Adentro estará la respuesta a la pregunta esa que hacemos como si todavía.no SUPIÉRAMOS NADA:
¿Estás bien hija?

Andrea Díaz Alderete
Consciencia Madre
22 de marzo 2019
Mes Aries
Fuego
Imagen: @consciencia_madre. He tardado hija pero aqui vengo. Guiame a través de tu propia primavera.

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©Todos los contenidos de esta publicación son propiedad intelectual de Andrea Diaz Alderete y Consciencia Madre. www.conscienciamadre.com.

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