El encuentro sexual es un intercambio energético profundo.
Un lugar sagrado.
El espacio para darnos y entregarnos sin límites.
Cuántos miedos hay que soltar para que esa entrega a corazón y cuerpo abierto sea genuina.
En ese darnos
Somos dos los que nos damos
Y dos los que recibimos.
Dos seres resonando en una fuerza poderosa que es la de la decisión (el Deseo) del encuentro.
Por el hecho solo de compartirnos y dejarnos atravesar en fusión corporal por un otro.
Es nuestro campo energético abriéndose al campo del otro.
Que puede entregarnos lo más puro que lleva adentro.
En esta charla estábamos con mi compañero ayer mientras la pequeña patinaba y de pronto entendí…
Entendí que la mayoría de nosotros espera RECIBIR en el encuentro sexual.
Que vamos ahí NECESITANDO ser tocados, amados, corporalizados, admirados
Tal como deseábamos en la infancia sentir el cuerpo materno.
Pero ahora adultos no se puede dar desde este lugar.
Vamos más bien hambrientos a recibir.
Y en ese lugar nuestro Dar nunca es auténtico.
Es un intercambio desde la carencia profunda.
Voy a que me llenes
A que me admires
Me ames
Me HAGAS SENTIRCómo si alguien pudiera hacernos sentir.
Estamos tan proyectados afuera que pensamos que alguien nos puede hacer sentir algo cuando en realidad es nuestro cuerpo el que siente el cosquilleo, si acaso, con alguien, pero es NUESTRO, ES PROPIO.
Por eso en el encuentro con un otro sin apertura real sin un Dar auténtico, sin un RECIBIR auténtico, la sensación que queda es la de vacío.
Porque hemos ido a llenar nuestra compulsión
Y hemos drenado al otro.
Porque hemos llenado la compulsión del otro y nos hemos drenado nosotros.
Dos vacíos que se mezclan.
Con una cosa profunda ahí adentro que dice
Esto NO ES.
El verdadero encuentro es entre almas libres
Que desean entregarse sin miedo.
Y ahí nos vamos experimentando algunos.
Aprendiendo a abrir nuestro espacio sin drenar al otro.
A entregarnos sin destruirnos.
A amar con cuerpo pero sin exigir cuerpo.
Lo demás es territorio del patriarcado y de todas las creencias obsoletas que nos hemos contado y ya estamos saliendo de ese territorio ¿no?
Andrea. Díaz Alderete
Consciencia Madre
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