Redondeándose
Eso me dijo el otro día una mujer con la que hace años no conversaba.
Me contó que su hija iba pasando a la adolescencia y que ella, su madre, iba redondeándose.
Qué hermoso pensé.
Qué palabras más claras.
Eso de tomar este cuerpo que ya no tiene ni 35 ni 40 sino más bien se acerca a los 45 y empezar a aceptarlo todo.
Con sus redondeces.
Empezar a disfrutar de eso que se llama asiento.
Asiento en el cuerpo maduro.
El cuerpo conocido.
Las tetas que han nutrido a los hijos durante años.
Las panzas que se han estirado y han vuelto (o no) a su lugar de origen dejando raíces marcadas en la piel… las de la madurez.
Cuerpos que han sostenido cuerpecitos febriles en noches de sombra.
Cuerpos que han acunado, han sido almohada blandita para cualquier tristeza o cualquier enojo.
Raíces.
Raíces profundas en cuerpos de mujeres maduras.
El goce y el placer disponibles en formato adulto.
Sin adolescencia ya.
Porque para eso
Ya vienen, cómo decía mi amiga, nuestras hijas.
A brillar
A desplegar
A tomar el lugar que les corresponde.
A ser ellas ahora
Las dueñas de la juventud, de la doncella, del despertar adolescente.
Toca hacerse Sabia
Acompañarnos de hombres sabios, que puedan percibir la belleza en las redondeces y en el pecho sostenedor del mundo emocional del hogar.
Que busquen mujeres y no niñas (ni adolescentes) para seguir creciendo y amando.
Qué encuentren el gozo en el cuerpo adulto, en el fuego del cuerpo sabio que se conoce, que se abre al placer sin miedo, que disfruta.
Ya no somos niñas
Ni adolescentes.
Somos Mujeres
Y cada vez más sabias.
«Redondeándose»
Preciosa palabra.
Andrea Díaz Alderete
Consciencia Madre
Imagen: Redondeando la vida. Andrea Diaz Alderete
@consciencia_madre
