Mi niño pega y muerde

Represión Ilustración Consciencia Madre (www.conscienciamadre.com)
Represión
Ilustración Consciencia Madre (www.conscienciamadre.com)

Este es un asunto muy frecuente que en los grupos de crianza y de las consultas individuales de crianza. Digamos que el 40% de las mamás/papás consultan por que su hijo pega o muerde (se pega, le pega, les pega). El otro 40% consulta por lo contrario, porque los niños no saben defenderse. El 20% restante son otro tipo de consultas.

Aquí os cuento cuáles son las cosas que a mí y a muchas de las mujeres de los grupos de crianza de Consciencia Madre nos han funcionado.

 1) Lo más importante es entender cuánta agresividad tenemos guardada. Cuáles son las situaciones que nos enojan o nos han enojado históricamente, pero sobre todo, cuáles se han reprimido. Esta es la parte más dura pero es la que de verdad da resultado. Cuando podemos entender dónde está nuestra ira, donde se quedó, y por qué no salió habremos dado un gran paso. También puede ser lo contrario, la ira puede estar muy activa en nosotros y puede que no sepamos cómo controlar a nuestro monstruo interior. Pero en general las madres/padres que consultan sobre este tema no tienen registro de su verdaderos enojos interiores y no encuentran, por más que buscan, sus violencias.  En estos casos, cuando somos capaces de reconocer (nos) en la agresión, en cuánto enojo tenemos, podemos empezar a nombrarle a nuestro hijo lo que NOS pasa; esto le dará a él una oportunidad y le liberará de la carga de tener que mostrarnos algo que llevamos dentro y que él asume como propio.

 2) En desacuerdo con muchos espacios de crianza y lactancia no es nada productivo decir enfáticamente a un niño ¡No se pega! Podemos decir hijo mío no puedo permitir que me/le hagas daño, y quitar con suavidad. Una prohibición contundente de un acto de agresividad puede reprimir profundamente la emoción que al niño le atrapa en el momento. En niños muy intensos, si reprimimos muy fuerte, la agresividad puede desviar a otros ámbitos: golpes en la cabeza, lesiones contra las paredes o comerse las uñas. Eso es autodestrucción; el niño no tiene donde depositar su agresividad, se le ha prohibido sacarla, por su energía natural no puede detenerla y reprimirla completamente y por tanto la dirige contra si mismo de manera abierta. 

3) Validar lo que le pasa: estás enojado, estás triste, es normal que te sientas así. Buscar las necesidades subyacentes, las que no hemos visto en el día, de lo que ha pasado en la jornada, en el supermercado, en el jardín; entrenarnos en mirarnos para saber cuánto de verdad hemos estado en presencia con el niño, cuánto hemos podido estar.

4) Alejarlo de espacios donde la violencia entre los niños circula sin control o permanecer muy cerca en estos espacios. Los niños en las guarderías y espacios infantiles establecen muy pronto circuitos de dominación/sumisión. Es un acto desesperado de los pequeños por defenderse en situaciones de hostilidad (tanto la dominación como la sumisión son violentas, uno pega y recibe atención por pegar, y el otro es golpeado y recibe atención por ser víctima, estos circuitos se fortalecen a lo largo de la vida y son demoledores). Es importante estar presente y acompañar a un niño que está mostrando su agresividad, acompañarle para poder ayudarle a entender lo que le sucede, para que nadie le etiquete (sobre todo nosotras mismas) y para que no se haga daño, porque cada vez que pega o muerde, con cada mirada desaprobatoria un poquito de su ser esencial se va apagando. Quizás durante un tiempo estos niños necesitan mucha, mucha mamá para jugar para aprender a interaccionar sin interferencias con el otro.

Para estos niños suele ser difícil compartir o ceder espacios, defienden muy bien su YO, y eso es fantástico, pero muy incómodo para los adultos. Ayudar a un niño a definirse, a sostener sus posturas en el NO es complicado, pero absolutamente necesario. En ese sentido es muy positivo para el niño disminuir el número de espacios que le generen situaciones de exceso de control. Si llevamos a un grupo de juego a los niños (que por otra parte no necesitan hasta pasados los tres años) y debemos estar: ¡no! no le tires el pelo que es pequeño, no cuidado con no morder, no cojas eso, deja esto a los demás…no, no, no, ¡¡¡noooo!!! entonces ese lugar no es el indicado para él, puesto que la sensación que tendrá siempre es que TODO lo que Él hace ESTÁ mal y que por supuesto NO ES LIBRE.

Por otra parte me diréis que las madres necesitamos intercambio puesto que nosotras sí sabemos socializar (o creemos que sí jajajaja). Y por ello los espacios de crianza, las reuniones con amigas, el parque deberían ser un sostén para nosotras, pero no necesariamente han de ser un lugar adecuado para los niños. Somos nosotras las que necesitamos red en la maternidad, aunque no siempre es lo que necesitan los más pequeños.

Con el tiempo, si respetamos sus necesidades, si les brindamos espacios para su agresividad, si validamos todas sus emociones, no coartamos ninguna, le ayudamos a entender que a nosotros también nos pasan, ellos maduran, crecen, y empiezan a necesitar el intercambio.

Qué hermoso es ver a nuestra hija de casi cuatro años jugando, corriendo, riéndose abiertamente con otros niños, buscando constantemente a los amigos, sin agredir deliberadamente, pero también defendiéndose, no dejándose agredir. No parece la misma que aquella de 1, 2 y 3 añitos que defendía con fuerzas sus espacios y a la que hemos tenido que acompañar con muchísimo aprendizaje su padre y yo. Siento ahora que esto es la recompensa a los años de acompañamiento previos, a nuestro propio trabajo personal, a tanto entender y mirar desde la primera mordida en el pecho, hasta el último enojo de la noche pasada….

Es un camino lento, pero funciona.

Lo que no funciona es reprimir. Puede que para nosotros como madres o padres si, pero para el niño no, puesto que el tendrá que guardarse lo que siente y quizás lo siga guardando hasta los 30-40 años. Y entonces cuando sea madre o padre, y su hijo (nuestro nieto) empiece a moder/pegar, tendrá que consultar: ¿qué le pasa a este hijo mío? ¿cómo es que pega o muerde si yo no soy agresivo?  ¿si no le pegamos ni le regañamos?…

Bastará (o no) que alguien le diga a ese papá o a esa mamá: es una cadena interminable…que tú puedes parar.

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Andrea Díaz Alderete

Consciencia Madre

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