¿Estamos criando hijos felices?

 

Los adultos no sabemos cómo medir la felicidad de nuestros hijos.

¿Puede la felicidad medirse en logros académicos?

¿Tal vez en la formación de un hogar?

¿En que nuestros hijos tengan hijos a su vez? 

¿Cómo sabremos si nuestras hijas/os han recibido suficiente amor?
Si queremos saber cómo lo hicimos, qué hemos logrado en la crianza de nuestros hijos e hijas. Si nuestros hijos han encontrado en nosotros un refugio seguro donde crecer en el amor, entonces miremos los vínculos que establecen en su adolescencia y adultez.

Recién entonces sabremos que nuestro vínculo ha sido sano, que hemos abierto y abierto tanto nuestros espacios interiores que nuestros hijos han salido al mundo sin miedo a encontrarse en el amor con el otro; que no conocen la co-dependencia, ni el maltrato, ni la violencia; que no se aíslan.
¿Son sus encuentros sanos con el otro?

¿Buscan abuso emocional en sus parejas?

¿Están sometidos o infelices?

¿Maltratan al otro  (cónyuge, hijos, vecinos) con violencia activa o pasiva?

¿Son mentirosos?

¿Son humilladores?
¿Hay verdadero amor entre nuestros hijos y su pareja? (es difícil ver esto si no sabemos bien lo que es el amor, y sólo conocemos la dependencia emocional)
¿Han podido nuestros hijos vincularse, crear un espacio amoroso, un hogar?

¿Viven en inmensa soledad?

 

Pero MIENTRAS TANTO,  hay una manera infalible para detectar la felicidad.

Aprendamos a mirar los ojos de nuestro hijo. Observemos como brillan cuando está feliz, qué los hace brillar, con que se vuelven vivos. Aprendamos a descifrar su mirada cuando se sienten solos, tristes, cuando algo los desilusiona.

 

Esa es nuestra guía

 

Ojos Color Vida

 

Si aprendemos a sentir a nuestro pequeño, si limpiamos y limpiamos nuestra mirada para poder observar y amar sin tapujos y por tanto a ver sus ojos sin miedo, entonces no hará falta que nadie nos confirme si nuestro hijo está feliz o no.

No importará cuántos años pasen; dará igual si viven viajando, en una gran ciudad o en una comuna hippie; tampoco si tienen hijos o no, o si son académicos, deportistas, músicos o pintores o bucean en las profundidades del espíritu. 

Sabremos que nuestros hijos han encontrado el amor, y viven felices allá donde han decidido depositar su energía…

Sólo con mirar sus ojos 

 

 

 

Andrea Diaz Alderete

Consciencia Madre

 

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